MUJERES AL BORDE DEL ATAQUE DE NERVIOS
Hoy vamos a tratar un tema común amigas queridas, pero que se ha convertido en un verdadero “problema de carácter social”, me refiero enfáticamente a la forma en que algunas mujeres (también algunos hombres), se ven inmersas diariamente por necesidad, a utilizar el “sistema colectivo de transporte”.
Existen algunos países en el mundo tan densamente poblados, que el factor: “abuso” está al día. Personas que incluso tienen que caminar a pié, por horas, kilómetros enteros para llegar a su centro de labores, o a cualquier otra parte, (si no tienen una motocicleta o una bicicleta de pedales), para evitar subirse a un taxi, microbús, autobús de pasajeros, trolebús, peseras, etc…
Y ni se diga de tratar de abordar el sistema colectivo de “El Metro”, porque ahí si que tendrían que viajar apretados como cigarreras o encimados unos sobre otros… ¡qué horror!, soportando toda clase de hedores y exponiéndose a todo tipo de inclemencias, tales como: Robos, saqueos personales, abusos sexuales, palabras obscenas e indecorosas y por demás, mil incomodidades e injusticias.
Señoras, conozco que viajan con sus niños, y en los brazos tres o cuatro bolsas repletas del “mandado” (artículos de supermercado), que tan pronto abordan el “camión” se les ve tambalearse pa’ atrás y pa’ adelante en cada frenada. Allí la pobre mujer toda despatolada, sudada y angustiada, echando casi los “bofes” y con la lengua de fuera, se les ve jalando sus bolsas y cuidando a sus niños, que como un verdadero fardo abrumador, casi caen con todo y todo, encima del primer pasajero que tiene en sus narices, que hasta desesperada le grita: “carajos, ya no hay caballeros en este mundo”, y con justa razón el otro muy molesto le contesta: “Caballeros si hay señora, lo que no hay son asientos desocupados”… ¡Puf, qué chasco!
¿Y qué decir de aquellas señoritas?, que salen por cierto, muy bien bañaditas y perfumaditas de su casa, maquilladitas, peinaditas y como muñequitas se dirigen a sus trabajos, pero al subir al “infierno sobre ruedas”, la bolsa se les quedó atorada, porque no alcanzó a cerrarse bien la puerta del bus, o que tienen que soportar al tipo que se les quedó pegado de frente sin poder moverse pa’ningún lado, o que el otro de atrás le agarró las pompas cínicamente faltándole al respeto y de volada se volteó pal’otro lado…¡Dios mío…qué dilema!, que si se suelta del tubo sujetador pa’darle una cachetada al tipo abusón, caerá seguramente encima de una ancianita o cualquier otra persona que viaja en las mismas condiciones, soportando todo tipo de pisotones, estrujones, malos alientos y humores, etc.
Un verdadero “caos andante” amigas, donde impera el tan famoso: ”sálvese el que pueda o el que quiera”… ¿El que quiera?… si no todos podemos darnos el lujo de poseer un coche propio, y quienes lo tienen, tampoco se salvan del intenso tráfico agobiador, los semáforos en rojo y la increíble cola de automóviles en lista de espera, para arrancar al primer cambio de luces, rebasando incluso despreocupadamente a otros que si no tienen cuidado, uf… en el primer intento ya les dieron un “llegón” a su coche, y ahí van a bajarse y empezar a discutir con el cafre del volante que les chocó, por tratar de llegar primero…
Y claro, ¿a quién no le gusta llegar a tiempo?, los checadores laborales amonestan los retardos, las puertas de las escuelas y colegios se cierran a determinada hora, las guarderías no reciben niños después del horario permitido, los negocios, las fábricas, industrias, oficinas públicas y privadas sólo contratan personas responsables que no les estén llevando excusas y pretextos para llegar siempre tarde, o no llegar a trabajar.
¿Qué papel juega la mujer en todo éste show?… ¡puf!… el principal casi siempre. Porque la mayoría de las mujeres del mundo, a parte de ser ejecutivas domésticas sin sueldo, también tienen que salir a trabajar para ayudar a su hombre en el sustento familiar, y por si ésto fuera poco, encima tienen que cumplir con su papel de ser madres, esposas, hijas, hermanas, etcétera, y para llegar a tiempo a su trabajo, las pobres se las ven negras, tienen que hacer circo, maroma y teatro para salvarse de la otra buena dosis de reclamos y exigencias por parte de su jefe en turno, cuando ésta llega tarde…
Por Dios… ¡Esto es el colmo!
Algunas mujeres cansadas, agobiadas, enajenadas y hartas hasta la saciedad por tanta carga de responsabilidades, esfuerzos y súper-esfuerzos constantes y repetidos ya hasta gritarán quizá: “HELP… ESQUINAAA… PAREN AL MUNDO QUE ME QUIERO BAJAR!