Son las cuatro... las cinco...
y yo aún estoy despierta;
implacable,
el contador del tiempo,
martillea tozudo,
sin lastima y sin duelo,
los timpanos que cierran
el imperiio del sueño.
Obstinado, y terco el engranaje
que conometra el tiempo,
con sus tic-tac constante,
machacón y molesto,
me tiene trastornada,
nerviosa,descompuesta...
Madrugadora el alba
de futuros inciertos,
se cuela impernitente
por mis ojos abiertos.
Yo me armo de coraje,
de arrojo y valentía,
y me grito a mi misma:
¡venga, amigita, arriba;
aunque no hayas dormido,
¡levanta, que es de día!