Investigaciones recientes señalan que ciertos patrones de nuestro estilo de vida pueden convertirse en un factor protector frente a los trastornos cognitivos en general, y de memoria en particular. Se sabe que mantener una buena salud física es fundamental para proteger nuestro cerebro del deterioro. La realización periódica de ejercicios físicos y una dieta rica en frutas y verduras, que evite las grasas, las frituras y la sal en exceso, ayuda a mantener la mente en forma.
"Hoy la causa número uno de la pérdida de memoria es la enfermedad cerebrovascular -dice Estol-. El haber tenido colesterol elevado en la tercera década de la vida incide en el desarrollo de trastornos de la memoria y Alzheimer a partir de la cuarta. Un diagnóstico temprano de los factores de riesgo vascular, como la hipertensión y la diabetes, que suelen estar muy mal controladas, pueden evitar el deterioro cognitivo y la llamada demencia senil."
Pero además es sumamente importante mantener una buena salud emocional, ya que el estrés, la depresión y la ansiedad tienen consecuencias negativas para las funciones intelectuales. Si bien niveles moderados de estrés pueden ser estimulantes, "cuando es demasiado alto o se mantiene por períodos prolongados, puede afectar las conexiones del hipocampo, una estructura asociada a la capacidad de adquirir y memorizar nuevos conocimientos", explica Manes.
Otro factor del estilo de vida que puede protegernos o predisponernos al deterioro cognitivo es el grado de actividad y ejercitación mental que tengamos a lo largo de la vida. Varios estudios han reportado un riesgo mayor de deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer en personas con menor nivel educativo.
Algunos expertos especulan con que el aprendizaje en sí estimula un mayor crecimiento de las neuronas, y por lo tanto puede crear una reserva más grande en el cerebro de tal forma que toma más tiempo que las células cerebrales sean destruidas. Otros creen que factores de índole socieconómico, como la dieta y la peor calidad de vida que en general tienen las personas de nivel cultural más bajo, las hacen más vulnerables.
Entrenamiento cognitivo Otros estudios demuestran que la ejercitación y estimulación cognitivas pueden retrasar la aparición de los trastornos de memoria y de las funciones intelectuales en personas sanas. Y hoy existen programas de entrenamiento cognitivo, ya sea mediante ejercicios individuales o talleres grupales, que permiten mantener la mente en forma.
María del Carmen, de 55 años, trabaja en un organismo internacional y hace un año asistió a un taller de entrenamiento de la memoria. "Lo hice para incentivar áreas de pensamiento que no utilizo habitualmente -cuenta-. El taller me sirvió para descubrir otras herramientas, como el pensamiento paralelo, que me ayudan a encarar los problemas desde distintos enfoques y a encontrarles varias soluciones."
"Empecé a perder las llaves, los anteojos y a olvidarme de que tenía que ir a algún lado -dice Teresa, de 66 años, ama de casa-. Esto me empezó a preocupar y decidí hacer una evaluación de memoria. El test me dio bien, pero igual empecé a participar de un programa de entrenamiento cognitivo, con juegos, lecturas y pruebas de ingenio que me están dando excelentes resultados. Ya no pierdo las cosas y me organizo mejor", confiesa.
Por María Naranjo
Para LA NACION