Cuando te asalta un cambio en el estado de ánimo, es absolutamente necesario hacerlo consciente, caer en la cuenta y asumirlo para aceptarlo con cierta normalidad.
PLANTA CARA A TU HUMOR
Luego hay que desenmarañar la madeja emocional. Ver qué parte de ese talante responde a causas externas motivadas por algo o alguien de tu entorno, y cuál tiene que ver contigo misma. Esto ayuda a entender la situación con perspectiva y a encontrar una forma personal de afrontarlo. A partir de ahí, desarrolla recursos para canalizar tus sensaciones de forma creativa.
Los psicólogos recomiendan que las personas excesivamente racionales, lean, escriban, dibujen... Para quienes prefieran la acción, el ejercicio físico es una buena alternativa. Y cuando prevalece el sentimiento, lo mejor es buscar la complicidad de las personas queridas, acercarse a ellas y hablar para compartir las emociones y sensaciones.
Quienes no sepan cómo reaccionar pueden, en palabras del psicólogo Pedro J. de Haro, “mantener un equilibrio entre cabeza, corazón y cuerpo”, es decir, hacer un poco de todo y alternar las herramientas de ayuda.
También hay recetas particulares. “Cuando por dentro estoy que mato, lo mejor que puedo hacer es irme a dar un paseo. Y cuando se repite una situación que provoca un cambio de humor por mi parte, juego a cambiar de reacción. Al final, me río de mí misma, eso es sano”, recomienda Fernanda.
“Estar mal, engancha, y si mantienes mucho tiempo ese estado, llegas a pensar que es normal. Cuando estoy baja de ánimo tengo que esforzarme en recordar que he tenido momentos buenos”, dice Bárbara.
No obstante, si la situación te sobrepasa, sería adecuado pedir ayuda especializada, en lugar de inhibirte, tal vez por cierto pudor mal entendido, lo que te puede llevar a hacer crónico el sufrimiento.