HISTORIA DE CADA DIA

Todavía recuerda cuando, siendo médico adjunto de Traumatología en el antiguo complejo hospitalario de Alarcos, trabajaba como reumatólogo en la sala de Lencería del centro, dotada de un negatoscopio, una camilla con dos sillas y una mesa. En la actualidad, Javier Paulino deja a sus 65 años la Jefatura de Servicio de Reumatología del Hospital General -el único que hay en Castilla-La Mancha- con docencia postgrado, con nueve especialistas en plantilla y con cuatro médicos residentes. Una diferencia «abismal» con respecto a los comienzos y, en su persona, un claro ejemplo de que la veteranía es un grado. El HGCR le rinde entre hoy y mañana su particular homenaje para agradecerle todos estos años de esfuerzo.

¿Qué balance hace de su trayectoria profesional?

Muy positivo, porque he tenido siempre la suerte de estar rodeado de gente muy humana y de grandes especialistas, como el doctor Aliseda, Alfredo Ballester, Adolfo Morales, Juan Pérez de Madrid, Federico Grande, Ángel Marchán... que me han ido indicando en el camino. Lo que sí es cierto es que hay una época de la vida, cuando eres joven, en la que lo que te interesa es publicar, pero cuando vas teniendo más años ves que lo que importa es el enfermo y ese es mi mundo. De alguna forma me he dado cuenta de que la solución de la Sanidad pasa por la incorporación del paciente a la toma de decisiones. Además, hay que valorarlo bien desde un primer momento para no marearlo y para no colapsar el sistema, porque si cada vez que hay un problema hay que hacer mil pruebas esto no hay economía que lo resista. Los euros de la Sanidad pública no son eternos, ni infinitos.

Aunque lo deje todo tan bien hilado, confíese, ¿no le da pena despedirse de un servicio que ha fundado?

Dejo a gente con una capacidad de trabajo y una vocación tremenda. Además, yo sigo trabajando, con lo que no tengo el mono de qué hago ahora y, por otro lado, tendré tiempo libre para dedicarme a otras cosas. Mi gerente me ha ofrecido continuar cinco años más, pero me ha parecido que era el momento de pasar el testigo. Ahora el servicio está en un momento de centrarse y de organizarse. Necesita a alguien más administrativo que yo, porque he sido siempre un jefe anómalo, muy de primera línea, de estar muy encima de los enfermos. Ellos son el centro de todo.

Ha sido presidente de la Liga Reumatológica y ahora es coordinador de 'Salud y Bienestar'. ¿Qué papel desempeña el asociacionismo en la Sanidad?

Es muy limitado, cuando debería ser fundamental. Hay que darle más participación al paciente. Hace algunos años la OMS puso de manifiesto que los retos en la Sanidad de los países occidentales habían cambiado. Primero fueron las enfermedades infecciosas, luego vino una época que estuvo centrada por las patologías infamatorias y ahora son los enfermos crónicos. En España hay alrededor de 20 millones y el problema es que seguimos haciendo hospitales de agudos. En un libro de Isabel Allende, un médico chino dice que algunos enfermos, al margen de la medicación, necesitan el don de la palabra. A mucha gente le hace falta eso, que conozcamos cuáles son sus prioridades, porque hay mucho distanciamiento entre el paciente y el médico. Y ahí, las asociaciones de pacientes son fundamentales. Hay que darles su espacio.

La población está sumida en la dependencia con respecto al personal sanitario. ¿Son los programas de educación para la salud la clave?

El paciente tiene que estar formado: conocer lo que le pasa, qué tratamientos existen, qué riesgos hay y tener la opción de participar. Por ejemplo, en cuanto al aborto. Lo que hay que hacer no es tanto el facilitar o no interrupciones, si no educar a las parejas para que teniendo unas buenas relaciones no se den embarazos no deseados. Hay que incidir mucho en la prevención, en la responsabilidad del ciudadano con su salud, que la Sanidad se acople a lo que éste le pide y que el responsable político tenga la suficiente capacidad para hacer cosas menos vistosas pero más útiles como, por ejemplo, centros de salud con gente preparada, con medios y sobre todo con tiempo para escuchar y atender al paciente. Esa es mi filosofía.

El envejecimiento de la población es cada vez mayor. ¿Cómo está influyendo este factor en la incidencia y prevalencia de la enfermedades reumatológicas?

Muchísimo. Las patologías más frecuentes no son el lupus ni la artritis reumatoide. Las más relevantes son las artrosis, la osteoporosis y los problemas musculares. Y ahí el factor de mayor riesgo es la edad, porque el porcentaje de personas de 30 años con artrosis al que hay con 70 se cuadriplica. A toda esta gente hay que darle soluciones accesibles, que son más importantes que las medicinas. Pero, para eso no hay tiempo. Hay que acabar con la burocracia. Los médicos tienen que hacer de médicos y los administrativos de administrativos.

El dolor que provoca la fibromialgia tiene un impacto importante en la calidad de vida. ¿Es posible controlarlo?

Se calcula que el 2,4% de la población española mayor de 20 años tiene fibromialgia y eso es una cifra muy importante, se acerca al millón de personas. Aunque es un proceso muy bien definido y con criterios para su diagnóstico, es una enfermedad compleja. El perfil de las personas que la padecen tiene características emocionales concretas. Suelen ser muy perfeccionistas, a veces con muchas ansiedad, y por encima de todo demandan un tiempo que no hay. Cada vez estamos más convencidos de que su origen es de tipo neurológico, pero lamentablemente existen muchos problemas a la hora de conseguir bajas o jubilaciones, cuando es una enfermedad identificada.

¿Cómo valora la creación de una nueva Facultad de Medicina y el apellido de universitario que adoptará el hospital? ¿Seguirá de algún modo vinculado?

Hay una falta de médicos importante y la facultad solucionará en buena parte esta carencia. En cuanto al hospital, que va a ser muy bueno, la pregunta es: ¿de dónde va a sacar tiempo la gente que está haciendo labor asistencias para hacer labor docente? Habrá que hacer peonadas a parte, pagándolas. Hay muchas cosas que se podrían resolver sobre la marcha, con sentido común y tiempo. La facultad será un sello de calidad, pero hay que hacerlo bien, de manera competitiva. Yo estaré ahí siempre, mi experiencia la tienen a su disposición.