Amanecer liviano...
Plácida como un lirio,
acariciada por el soplo del rocío.
¡Blanco ropaje de seda blanca
y amarillo!
Te alzas de puntillas para indagar curiosa
y se incendian tus senos, lentamente.
¡Qué grácil deflagración!
Tu pelo se escapa
en una catarata breve
sobre un lado de tu cuello.
¡Qué bella fuente de piedra
donde dormitan mis ojos
y apagan su sed de sueños!
Amanecer y rasgar sus dedos Apolo
el vestido de la noche;
teñir su arpa de cuerdas de plegarias
de enamoradas almas,
y cubrir de doradas semillas
la fértil vega donde se agrupan
en ramilletes los últimos
adioses y despedidas.
¡Ah, claridad de fuego, amada
liviana y evanescente!
¡Ah, claridad sin ruego, cuernos de lana
prófugos sobre mi frente!