La fibromialgia es un síndrome caracterizado por la presencia de dolor crónico en diferentes puntos del cuerpo. Los criterios diagnósticos exigen la presencia de dolor en al menos 11 de los 18 puntos previamente definidos. Sin embargo, lo habitual es que el paciente sienta dolor generalizado no limitado a esos “puntos gatillo”. Suele acompañarse de fatiga crónica y tensión muscular. Además se acompaña de numerosos síntomas psiquiátricos como dificultad para dormir, ansiedad, disminución del estado de ánimo, etc.
La fibromialgia se acompaña de intenso malestar y sufrimiento por parte del enfermo y de los que le rodean que ven con desesperación como su familiar no puede mantener una mínima actividad, necesitando parar cada poco tiempo aquejado de cansancio y dolor. Es por tanto una enfermedad altamente incapacitante que requiere un tratamiento integral.
Se ha discutido mucho sobre el origen de la fibromialgia y del posible origen psicosomático. A pesar de los intentos no se han encontrado lesiones estructurales en las zonas afectadas y todos los hallazgos estén en relación a los sistemas de neurotransmisión implicados en los trastornos de ansiedad y depresión.
Para el diagnóstico de fibromialgia es importante descartar en primer lugar la presencia de otra enfermedad como artritis reumatoide, artrosis, espondiloartropatías, etc. que requieren un tratamiento específico. Una serie de pruebas de laboratorio son imprescindibles para descartar otras patologías como hipotiroidismo o anemia.
El tratamiento de la fibromialgia debe englobar tres aspectos fundamentales:
Tratamiento farmacológico
Tratamiento psicoterapéutico
Ejercicio
El tratamiento farmacológico para la fibromialgia ha avanzado mucho en los últimos años pudiendo disponer actualmente de diversas líneas de tratamiento eficaces y seguras. Existen diversos tipos de fármacos utilizados para la fibromialgia:
Analgésicos: Diversos estudios han demostrado la eficacia de los Antiinflamatorios en el tratamiento de la fibromialgia. Últimamente se están utilizando fármacos opiáceos como el tramadol. El uso de estos potentes fármacos puede tener un efecto beneficioso al comienzo del tratamiento pero es más dudoso que se mantenga a largo plazo. Además la experiencia clínica nos demuestra que pueden ser objeto de abuso y dependencia y que su uso mantenido puede aumentar la apatía, la tristeza y el cansancio.
Antidepresivos: Los antidepresivos son fármacos que aumentan la disponibilidad de neurotransmisores en la sinapsis neuronal. Estos neurotransmisores son fundamentalmente la serotonina y la noradrenalina. Por tanto los antidepresivos aumentan la serotonina y la noradrenalina, y se sabe que ambos están implicados en los circuitos cerebrales que regulan la percepción del dolor. Recientemente disponemos en España de la duloxetina, antidepresivo que actúa sobre ambos neurotransmisores y que ha demostrado eficacia en fibromialgia tanto asociado a depresión como en ausencia de esta. La duloxetina y otros antidepresivos actuan también mejorando la ansiedad y depresión asociada a la fibromialgia.
Antiepilépticos: Los fármacos antiepilépticos son muy eficaces en el control del dolor neuropático por su efecto modulando la transmisión del impulso doloroso. Recientemente, se está utilizando pregabalina para el control del dolor en la fibromialgia. Además este fármaco está indicado en el tratamiento de la ansiedad por lo que es muy útil para controlar la ansiedad asociada.
El tratamiento psicoterapéutico es tan importante como el farmacológico en el manejo de la fibromialgia, los fármacos no son eficaces sino van acompañados de un tratamiento psicológico de orientación cognitivo-conductual que vaya dirigido a aumentar la capacidad funcional del paciente. Solo con determinadas pautas de afrontamiento, manejo de situaciones de estrés, técnicas de relajación, etc. el paciente con fibromialgia conseguirá mejorar su funcionalidad y por tanto su vida diaria. El tratamiento debe ser intensivo, con un gran compromiso por parte del paciente tanto en la asistencia a las sesiones como en la realización de las tareas que se programen. Solo así se podrá lograr el objetivo que se plantee en la psicoterapia.
El ejercicio físico es la otra pieza clave en el tratamiento de la fibromialgia, debe ser un ejercicio programado, mantenido y aeróbico. Se deben evitar ejercicios pesados y aburridos tratando de combinar diversión con el propio ejercicio. No es recomendable la realización de ejercicio sin un previo entrenamiento, es decir no pretendamos andar hoy tres horas si no lo hacemos nunca, comencemos por 20 minutos y vayamos incrementando progresivamente, pero eso sí salgamos todos los días, con constancia y disciplina.
El tratamiento de la fibromialgia debe ser integrado en un equipo formado por médicos especialistas en psicofarmacología y psicoterapeutas con formación en psicoterapia cognitivo-conductual.
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