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 *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*

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MensajeTema: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeJue Jun 12, 2008 3:43 am

INTRODUCCIÓN
¿Cómo puede ayudar el médico a una paciente que acude porque siente que se ahoga a los pocos minutos de estar en el supermercado o al oler una colonia concreta y que además nota dificultades de concentración y pérdidas de memoria? ¿O a aquella que nota tirantez en la piel de la cara e hinchazón en la lengua, con fatigabilidad exagerada? Ninguno de éstos son necesariamente trastornos psiquiátricos ni signos de la menopausia, sino signos y síntomas de una enfermedad concreta, cada vez más común y aún poco diagnosticada, llamada «sensibilidad a múltiples compuestos» (SMC).

La SMC (en inglés MCS, multiple chemical sensitivity) es una enfermedad, o, hablando técnicamente, un síndrome, que reúne y da sentido a las observaciones de diferentes investigadores, de muchos médicos y especialmente de muchos enfermos, ocurridas en los últimos 50 años en más de una docena de países1 . Por ejemplo:

­- Empleados de la Administración de Washington que respiraron compuestos orgánicos volátiles después de que cambiaran el parquet en sus oficinas.
- Ciudadanos alemanes expuestos a pentaclorofenol, un conservante de la madera utilizado en sus domicilios.
­- Ganaderos ingleses que tocaron y respiraron con frecuencia plaguicidas organofosforados aplicados a las ovejas. Presentaron unas manifestaciones neuropsicológicas persistentes e incapacitantes2 .
­- Técnicos de radiología de varios países, expuestos a líquidos reveladores de radiografías.
­- Profesionales sanitarios canadienses que respiraron contaminantes del aire interior del edificio.
­- Trabajadores de un casino californiano que respiraron diferentes disolventes y plaguicidas.
­- Personas que refirieron el inicio de sus manifestaciones después de una exposición bien documentada a plaguicidas inhibidores de la colinesterasa (organofosforados o carbamatos)2 .
­- Veteranos de la guerra del Golfo expuestos a diferentes sustancias durante el despliegue militar3 .
­- Enfermos con implantes4 .
­- Muchos de los profesionales que ocuparon el edificio histórico recién renovado de un juzgado5 .

El gran número de casos ocurridos y de personas afectadas nos impide pensar que estamos frente a una invención.

Esta es una revisión bibliográfica sistemática sobre la enfermedad, dirigida a los médicos clínicos, que son quienes con mayor frecuencia habrán de tratar con pacientes afectados por la SMC. Por eso, el objetivo de este artículo es resumir lo que se conoce sobre la epidemiología de la enfermedad, sus mecanismos y manifestaciones, las explicaciones fisiopatológicas propuestas por los distintos investigadores, el papel de las pruebas diagnósticas, su relación con otras enfermedades, el pronóstico de la SMC y su tratamiento. La revisión ha sido elaborada a partir de los artículos científicos que aparecen en PubMed y de los publicados en las revistas españolas accesibles informáticamente.

La SMC es una enfermedad adquirida que se diagnostica a los enfermos que cumplen los 6 criterios citados en la tabla 1.

*SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* Dr10
La enfermedad recibe muchos otros nombres, cada uno de los cuales destaca alguno de sus aspectos. Así, por citar algunos, varios expertos convocados por la Organización Mundial de la Salud la llamaron «intolerancia ambiental idiopática», porque no podían encontrarle una causa definida; en cambio, la denominación «pérdida de la tolerancia inducida por un tóxico» o PTIT (en inglés, TILT, toxicant-induced loss of tolerance) sí propone unas causas para el trastorno y se centra en ellas. La SMC, por su lado, destaca los efectos de esta afección.
EPIDEMIOLOGÍA
Cerca del 5% de la población estaría afectada por una forma más o menos grave de SMC. En una encuesta realizada por el Departamento de Sanidad de Nuevo México, el 2% de los ciudadanos referían padecerla y el 16% de la población sentía una «sensibilidad extraña» a compuestos químicos de uso común; en una encuesta similar realizada por el Departamento de Sanidad de California, el porcentaje fue el 6%6 .

El 12,5% de los 1.582 habitantes encuestados de la ciudad de Atlanta (EE.UU.) refirieron padecer hipersensibilidad a muchos compuestos. Este trastorno afectaba a varones y a mujeres de cualquier edad y nivel educativo7 . La prevalencia fue levemente superior (del 15,9%) en la encuesta realizada por el Departamento de Servicios Sanitarios de California7 . El 13,5% de los afectados que respondieron a la encuesta de Atlanta explicaron que habían perdido su trabajo a consecuencia de su hipersensibilidad. Preguntados sobre a qué atribuían el problema, el 27,5% refirió que su hipersensibilidad había comenzado después de una exposición a plaguicidas y otro 27,5% la atribuyó a una exposición a disolventes. Sólo el 1,4% de estos pacientes tenía antecedentes de problemas emocionales, pero el 37,7% los desarrollaron después de que aparecieran las manifestaciones físicas7 .

Entre los veteranos de la guerra del Golfo expuestos a diferentes sustancias durante el despliegue militar, la prevalencia de SMC era del 1,3% y la enfermedad era mucho más frecuente en los que habían estado expuestos a plaguicidas, con una razón de exceso ajustada de 12,3 y un intervalo de confianza entre 5,1 y 30,08 .
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeJue Jun 12, 2008 3:48 am

MECANISMO Y MANIFESTACIONES
Todos estamos rodeados de productos químicos y en principio los toleramos bien. En algún caso, tal como veremos más adelante, una exposición a algún producto químico causa, por un mecanismo desconocido, un proceso de pérdida de la tolerancia, por lo que la persona afectada se volverá sensible a concentraciones muy bajas de diferentes compuestos químicos, concentraciones que el resto de personas toleran sin problema.

Aunque no conocemos por completo sus mecanismos, sí sabemos que la SMC se desencadena en 2 fases9 . La primera, de iniciación, empieza con una exposición, que puede ser a un tóxico o a una mezcla de ellos; además, puede ser una dosis alta o bien varias dosis menores, incluso en días distintos. Así lo explican entre el 75 y el 80% de los pacientes. Los agentes iniciadores son muy variados, desde contaminantes del aire interior de los edificios o vertidos de sustancias químicas hasta disolventes o plaguicidas.

El proceso de PTIT afecta tan sólo a una pequeña parte de los individuos expuestos y causa una pérdida completa de la tolerancia previa a diferentes productos químicos; en términos sencillos, pero inexactos, diremos que «sobrerreaccionan» o que se vuelven «alérgicos» a estas sustancias. Los compuestos a los que se vuelven hipersensibles pueden ser de uso cotidiano o, por el contrario, poco comunes.

En la segunda fase, de provocación, la exposición a algún producto químico provocador desencadenará las manifestaciones que constituyen la enfermedad advertida por los enfermos y por los médicos. En la tabla 2 se recogen 30 agentes provocadores, que provienen de una encuesta a 112 enfermos de PTIT2,10 ; más del 80% de estos enfermos explicaron que eran sensibles a esos provocadores. Como se aprecia, muchos de ellos son habituales y previamente no se habían considerado capaces de provocar efectos adversos.
*SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* Dr_ort10
En la tabla 3 se recoge una larga lista de manifestaciones frecuentes que afectan a los individuos sensibles a muchos compuestos. Se ha transcrito de las referencias de la muestra de 112 pacientes entrevistados en la encuesta antes citada2,10.

*SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* Dr_ort11
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeJue Jun 12, 2008 3:55 am

Este proceso de iniciación-provocación se ha observado en grupos muy diversos de personas, como los citados al principio de la revisión, que han sufrido intolerancias súbitas después de exposiciones a agentes, identificados en muchos casos. Sin embargo, el mecanismo no explica completamente la situación, ya que, por ejemplo, sólo unas pocas de las personas con manifestaciones después de la exposición a un ambiente tóxico desarrollarán la SMC.

Un interrogante común entre los que se acercan al conocimiento de la SMC es por qué sólo se habla de ella desde hace unos 40 años. ¿Es que antes no existía? La respuesta es que probablemente no, porque los iniciadores más frecuentes de la SMC son compuestos petroquímicos cuya producción ha aumentado exponencialmente desde la Segunda Guerra Mundial.



EXPLICACIONES PROPUESTAS PARA LA SENSIBILIDAD A MÚLTIPLES COMPUESTOS
Durante las más de dos décadas que los investigadores llevan trabajando en la enfermedad se han propuesto multitud de posibles mecanismos explicativos. No puede excluirse que en esta hipersensibilidad confluyan varias enfermedades o bien que éstas se solapen hasta cierto punto.

Los mecanismos propuestos pueden agruparse dentro de la hipersensibilidad, de las alteraciones inmunitarias o de los trastornos psíquicos, neurológicos o toxicológicos. Incluyen la alergia11 , la cacosmia, el trastorno inmunitario, el bloqueo de reacciones bioquímicas implicadas en la producción de energía, enfermedades endocrinas como el síndrome de Addison, el bloqueo de vías neuroquímicas, la afectación de las vías nerviosas eferentes12 , la hipersensibilización del sistema límbico13 (en parte porque los olores muy a menudo desencadenan las manifestaciones), el umbral de sensibilidad olfatoria, la inflamación neurogénica11 , la sensibilización nerviosa14 , la sobrecarga de las vías bioquímicas transformadoras (también ligada a la producción de radicales libres), las concentraciones elevadas de óxido nítrico y de peroxinitrito ­un potente oxidante­15,16 , la reactividad de las vías aéreas, la sensibilización del sistema nervioso y una sensibilización dependiente del tiempo. Otros autores defienden combinaciones de las causas anteriores.

A las características psicológicas de los enfermos y a sus posibles trastornos psiquiátricos se les ha dado mucha relevancia, como ocurre con otras muchas enfermedades crónicas. Desde los factores psicológicos12 hasta la autosugestión, la respuesta condicionada17,18 , los sistemas de creencias en las enfermedades y el síndrome afectivo estacional. Varias enfermedades psiquiátricas han sido relacionadas con la SMC19,22 , entre ellas el ataque de pánico, el trastorno psicosomático y la simulación.

Bornschein et al23 llevaron a cabo una entrevista clínica estructurada con ayuda de la cuarta edición de Diagnostic and statistical manual of mental disorders a 120 pacientes con SMC en busca de enfermedades psiquiátricas. El 44% de ellos cumplía los criterios de trastorno somatoforme, el 32% los de trastornos afectivos, actuales o permanentes, el 24% los de trastornos de ansiedad, el 21% los de abuso o de dependencia de drogas y el 13% los criterios de trastornos de personalidad. Al 7,5% los diagnosticaron de trastorno psicótico. Esta investigación reafirma la asociación entre una enfermedad crónica grave y muy limitante y una o más enfermedades psiquiátricas, pero no establece ninguna relación causal entre ellas y en absoluto apoya que los trastornos psiquiátricos favorezcan o causen la SMC.

La SMC y el trastorno somatoforme tienen muchas manifestaciones comunes, que afectan a varios aparatos y sistemas del organismo20 ; sin embargo, por definición, las manifestaciones de éste «no pueden explicarse por trastornos orgánicos después de un examen minucioso», lo que significa que, si se diagnostica una SMC, el trastorno somatoforme quedará automáticamente excluido. Miller y Mitzel2 insistían en las diferencias entre ambas al destacar que la SMC se había iniciado después de los 30 años de edad en el 83% de los casos, que en ella predominaban las manifestaciones cognitivas y que el problema se atribuía a causas ambientales. Tal vez lo que ocurre es que muchos enfermos diagnosticados de trastorno somatoforme padecen en realidad una SMC.

Por su lado, la toxicología puede explicar uno de los aspectos aparentemente más sorprendentes de esta enfermedad: el hecho de que dosis tan bajas de tóxicos afecten a algunas de las personas expuestas. En esencia, la argumentación es que la dosis de tóxico necesaria para producir la enfermedad a algunas personas puede ser sorprendentemente baja.

En primer lugar, por la sensibilidad individual a los tóxicos. Tenemos pocos conocimientos reales sobre las dosis de tóxico que afectan a las personas más sensibles, por ejemplo, al 1 o al 5%, de la población24 . Esa sensibilidad individual puede llevar a que haya órdenes de magnitud de diferencia entre la dosis que enferma al 50% de la población expuesta y la que enferma al 2% de ésta, como se ha comprobado al estudiar la sensibilidad de las ratas y los ratones a plaguicidas y a disolventes25 y al estudiar la carcinogenicidad de los compuestos o su capacidad para ejercer disrupciones endocrinas26 . Estas consideraciones ponen en duda la validez científica de una parte de las concentraciones umbral ambientales (threshold limit values o TLV) establecidas por las sociedades científicas hace décadas.

En segundo lugar, por la hipersensibilidad, una respuesta particular que se inicia a dosis muy bajas del agente tóxico y que afecta a un porcentaje muy bajo de la población, un porcentaje que no aumenta al incrementar la dosis de tóxico.

En tercer lugar, por los efectos de las mezclas. La combinación de agentes tóxicos puede causar efectos distintos de los producidos cuando actúan por separado. Pueden ser efectos cualitativamente distintos e incluso afectar a un órgano diana distinto del previsto27 . Estos «efectos sorprendentes» ocurren porque apenas se esperaban efectos tóxicos de mezclas en las que cada uno de los componentes está a dosis inferiores a las TLV establecidas28-30 .

Zeliger presentó más de 20 ejemplos de grupos afectados por mezclas de productos tóxicos. En la mayoría de los casos todos los agentes implicados estaban a concentraciones menores o mucho menores que las TLV. Entre ellos está el de 17 trabajadores que se quejaron de trastornos del sistema nervioso central y del aparato respiratorio después de la fumigación de un casino con una mezcla de propoxur, coumaphos, 1,1,1,-tricloroetano, cloruro de metileno, xileno y acetona. En los análisis se hallaron cantidades ínfimas de estos productos químicos, pero los afectados presentaron manifestaciones de intoxicación por plaguicidas31 .

Por eso, el médico debe atender y escuchar a las personas que se presentan con manifestaciones «raras» después de la exposición a mezclas, aunque sea a concentraciones bajas, siempre que las manifestaciones estén conectadas con esa exposición27 . Los toxicólogos habrán de profundizar en la investigación de la toxicidad de las dosis muy bajas de productos y, a partir de los datos que obtengan, elaborar normativas sobre las concentraciones tolerables de mezclas en los distintos ambientes que puedan ser fuentes de exposición26 .

Sea cual sea la causa de la SMC, es recomendable que médicos clínicos utilicen los criterios diagnósticos de la enfermedad en su práctica clínica y que la diagnostiquen ­sin perjuicio de diagnosticar también cualquier otra enfermedad coexistente­ a todo aquel que cumpla los seis criterios mencionados en la tabla 1 a quien no se le encuentre una enfermedad orgánica que pueda explicar las manifestaciones que siguen a la exposición al agente químico.
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeJue Jun 12, 2008 3:56 am

DIAGNÓSTICO
En la práctica médica actual, el criterio de referencia para el diagnóstico o para la exclusión de las enfermedades suele ser el resultado de las pruebas analíticas y, si es posible, el de las técnicas de diagnóstico por la imagen, unas pruebas que antes llamábamos «complementarias». Uno de los motivos de esa prerrogativa es que en muchos casos el paciente puede estar reclamando el carácter de accidente laboral para la SMC que presente, lo que significaría unas consecuencias económicas importantes para la entidad que hubiera de pagar las indemnizaciones fijadas por la ley. Al tener en cuenta esa demanda algunos facultativos temen que el paciente «finja» su enfermedad y llevan su prudencia hasta el extremo de excluir los síntomas que no tengan una «traducción» en un análisis o en una imagen, ya que conciben a éstas como pruebas diagnósticas «objetivas», en las que el paciente no puede fingir.

Esa concepción ha llevado a la búsqueda insistente de pruebas complementarias de imagen o análisis bioquímicos, o como mínimo signos físicos, que sirvan para ese diagnóstico positivo o negativo de la SMC. Sin embargo, en estos enfermos no se han hallado esos «marcadores objetivos» y sí trastornos analíticos diversos, muchos de ellos de significado clínico más bien confuso32 . Por eso, la Academy of Allergy, Asthma and Inmunology dejó claro que no se ha validado ninguna prueba ni ninguna combinación de ellas para diagnosticar la SMC33 .

A continuación resumiremos algunos de los resultados obtenidos al emplear las pruebas complementarias más usuales para el diagnóstico de este síndrome:
­
- Tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT). Los exámenes mediante SPECT de los cerebros de enfermos con SMC mostraban un patrón definido, que podía incluir desigualdades entre las imágenes iniciales y las tardías, muchos focos cálidos y fríos distribuidos por el córtex, sin respetar la distribución de los lóbulos («patrón salpimentado»), asimetrías temporales34 y a veces aumento de la actividad de los ganglios basales35 . Simon et al34 analizaron a soldados que habían participado en las operaciones «Escudo del desierto» y «Tormenta del desierto» y en algunos de ellos encontraron patrones de alteraciones idénticas a las observadas en enfermos expuestos a destilados del petróleo, a plaguicidas o a otros compuestos causantes de neurotoxicidad.

En cambio Heuser et al36 practicaron neuro-SPECT a varios pacientes y apreciaron que los expuestos a productos químicos presentaban una disminución del flujo sanguíneo cerebral, más acusada en el hemisferio derecho, así como áreas de hipoperfusión, distribuidas al azar pero más frecuentes en la parte dorsal del lóbulo frontal y en el lóbulo parietal. Los autores apuntaron que la causa de esa hipoperfusión podría ser una vasculitis.
­
- Tomografía por emisión de positrones. Tampoco ha hallado alteraciones específicas en estos pacientes. Bornschein et al37 aplicaron la prueba a 12 pacientes, sin encontrar cambios significativos en el funcionamiento cerebral, salvo un leve hipometabolismo de la glucosa en uno de ellos.
­
- Pruebas inmunológicas. Algunas de las más específicas son poco útiles porque sus resultados varían entre laboratorios y porque al comparar otros aparecen en ellos algunas inconsistencias38 .
­
- Pruebas neuropsicológicas. Son pruebas muy sensibles para detectar alteraciones del sistema nervioso central, pero poco específicas, porque no distinguen entre enfermedades neurológicas o neuropsiquiátricas o intoxicaciones39 . De todos modos, tampoco han permitido diagnosticar trastornos cerebrales en estos pacientes40 . Osterberg et al41 aplicaron una batería de 8 pruebas neuropsicológicas a 17 enfermos con SMC y a 34 controles. La gran mayoría de los resultados en el grupo de pacientes estuvo entre los límites normales y tan sólo el tiempo medio de reacción fue mayor en ellos que en los controles.

En definitiva, el diagnóstico debe seguir siendo clínico, basado en la anamnesis y en la exploración del enfermo. Están indicadas las pruebas complementarias para excluir otras enfermedades que puedan curarse o aliviarse con tratamientos médicos específicos. Aparte de eso, realizar muchas pruebas complementarias a estos pacientes parece no servir más que para incomodarlos y para satisfacer la curiosidad científica de los facultativos.

El motivo de consulta del paciente suele ser su percepción de ser especialmente sensible a determinados compuestos químicos y ésta ha de ser una señal de alarma para el médico clínico, sin ser, claro está, el único criterio diagnóstico37 . Las referencias del paciente a intolerancias de aparición reciente a la cafeína, al alcohol, a los medicamentos, a alguna comida o a otras sustancias pueden actuar como señal de alarma de que sufra una SMC4 . El protocolo diagnóstico ha de incluir, como es lógico, las enfermedades previas, con los resultados de las pruebas diagnósticas y los tratamientos, así como los antecedentes de exposición a la sustancia iniciadora (anotando el agente o los componentes de la mezcla y sus concentraciones, si es posible). En el apartado del motivo de consulta se detallarán los signos y los síntomas que se dan al exponerse a los agentes provocadores, se hará una exploración física detallada y se hará constar si esas manifestaciones se repiten siempre igual. Deben tenerse en cuenta las posibles ganancias psíquicas o económicas que comporte el diagnóstico de SMC. También es apropiado buscar enfermedades psiquiátricas, anotando si son previas o posteriores a las manifestaciones de la enfermedad. El examen psiquiátrico ha de ser cuidadoso e incluir una entrevista clínica estructurada, las pruebas neuropsicológicas o las de imagen apropiadas y la búsqueda de los posibles trastornos de personalidad y la de los factores ansiógenos psicosociales.

Por supuesto, son imprescindibles los análisis que permitan diagnosticar o descartar enfermedades médicas que pudieran explicar las manifestaciones del enfermo, o las pruebas de provocación, similares a las que se hace con los enfermos alérgicos. La determinación de sustancias tóxicas en la sangre o en la orina de los enfermos o en el aire de los locales donde ocurrió la presunta intoxicación sólo tendrá valor cuando la sustancia buscada pueda relacionarse con la exposición concreta que el enfermo considera la causante de su trastorno. Ya hemos dicho que la concentración que se hallará es mucho menor que la comúnmente aceptada como tóxica según las TLV. Lo mismo ocurrirá con los agentes provocadores, que por lo general se hallarán a concentraciones inferiores al 1% de los TLV42 .

El diagnóstico definitivo de la SMC lo dará el resultado positivo de una prueba de provocación de las manifestaciones, prueba que preferiblemente deberá llevarse a cabo en una cámara aislada y siguiendo un método doblemente a ciegas43 .
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeJue Jun 12, 2008 3:58 am

LA SENSIBILIDAD A MÚLTIPLES COMPUESTOS Y OTRAS ENFERMEDADES COMUNES
Muchas de las manifestaciones de la SMC se solapan con las de la fatiga crónica, la fibromialgia, las cefaleas migrañosas, la depresión, el asma, la afectación de los veteranos de la guerra del Golfo y el trastorno por déficit de atención. El motivo puede ser que en todas ellas intervenga el mecanismo explicado de iniciación-provocación20 .

Asimismo, la SMC puede explicar los casos de «síndrome del edificio enfermo», porque dentro de éstos podemos exponernos inadvertidamente a compuestos químicos orgánicos, una situación agravada por el poco tiempo que pasamos en el exterior. Cada año se usan más materiales orgánicos sintéticos en la construcción de los domicilios, en su mobiliario y en su interior, en los productos que se utilizan mientras se está en ellos. Se han identificado cerca de 1.000 compuestos orgánicos en el aire interior del domicilio, que provienen de los materiales de construcción, de los humos de las combustiones, de los productos de limpieza, de las pinturas o de los tintes, entre otros44 . Además, los edificios con aire acondicionado suelen ventilarse poco.

Otros autores señalan que el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia, la SMC y el trastorno por estrés postraumático se solapan en buena parte y destacan que las manifestaciones de todos ellos pueden estar desencadenadas por un estado agudo de tensión15 .


EL PRONÓSTICO A LARGO PLAZO DE LA SENSIBILIDAD A MÚLTIPLES COMPUESTOS
La SMC altera gravemente la vida de muchos de los afectados, porque les provoca sufrimientos físicos, psíquicos y sociales, reduce su autonomía y les limita la capacidad laboral e incluso las posibilidades de ocio, ya que los ambientes químicos les agreden.

De los enfermos de SMC que respondieron a una encuesta por correo2 , el 81% explicó que en el momento de la exposición que causó la enfermedad estaban trabajando a tiempo completo. Sin embargo, en el momento de la encuesta, casi 8 años después de la exposición, sólo el 12,5% de ellos continuaban trabajando así. La mayoría explicó que habían dejado sus trabajos, que habían cambiado de empleo o que habían modificado sus carreras a causa de la enfermedad.

Black et al45 revisaron el estado de salud de 18 pacientes y la persistencia de sus manifestaciones 9 años después del diagnóstico. Más de la mitad sufrían alteraciones psiquiátricas persistentes (del estado de ánimo, trastorno por ansiedad o trastorno somatoforme). Las manifestaciones que referían eran aproximadamente las mismas que 9 años atrás, aunque el 90% se sentían mejor que entonces. En resumen, habían mejorado desde la revisión inicial, pero continuaban con alteraciones y con modificaciones del estilo de vida previo.

Los pacientes de SMC presentan limitaciones funcionales y necesitan más a menudo los servicios sanitarios: en una entrevista a militares norteamericanos, algunos de los cuales habían sido desplegados en la guerra del Golfo, Black et al46 diagnosticaron a 169 de ellos de SMC. Entre estos pacientes eran más comunes las características siguientes que entre los militares no afectados: más de 12 días pasados en cama a causa de la incapacidad, calificación de incapacidad e indemnización por incapacidad registradas por la Oficina de Veteranos, incapacidad médica y desempleo. Asimismo, entre ellos eran más frecuentes las visitas al médico y a urgencias y los ingresos hospitalarios. Por último, también obtenían puntuaciones mayores en las escalas de estudio de la incapacidad.
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeJue Jun 12, 2008 4:00 am

TRATAMIENTO
Como ha ocurrido con otras muchas enfermedades crónicas, se han aplicado a los pacientes de SMC multitud de presuntos tratamientos, algunos de ellos como mínimo pintorescos47,48 . Lógicamente, la evaluación crítica ha demostrado que la mayoría de ellos tenían o muy poca eficacia o simplemente ninguna. Sin embargo, eso no ha de llevar a reducir la importancia o incluso la propia existencia del trastorno.

A falta de una explicación fisiopatológica para la enfermedad, lo lógico parece ser usar tratamientos con base empírica, que se fundamentan en que a esos enfermos les funcionan bien. Gibson et al47 realizaron una excelente investigación sobre este asunto en EE.UU. al preguntar sobre su enfermedad a personas que referían tener SMC. La encuesta se centró en los tratamientos que habían seguido: cuáles les habían resultado útiles y en qué medida. De entre todas las respuestas de los 917 pacientes que contestaron, los investigadores eligieron aquellos 101 regímenes terapéuticos distintos seguidos por más de 25 encuestados, lo que incluía técnicas de medicina ambiental, tratamientos holísticos, suplementos nutritivos individuales, t&ea convencionales, etc. Los encuestados habían consultado a un promedio de 12 «sanadores» (para englobar a los que tienen títulos académicos y a los que no los tienen) y habían gastado más de un tercio de sus ingresos anuales en atención sanitaria. Los resultados de la mayoría de tratamientos fueron heterogéneos, pero los 3 mejor valorados fueron la creación de un ambiente libre de noxas químicas y evitar los compuestos lesivos (ambos valorados como útiles por el 95% de los encuestados), con la plegaria en tercer lugar. La eficacia de los fármacos prescritos estaba en el grupo de los peor valorados.

Esto es algo que los profesionales que tratan a menudo con los afectados por la SMC ya conocen: el entorno físico, el ambiente químico o ambos fácilmente son hostiles para estos pacientes, por lo que se ven obligados a evitar aquellos lugares y situaciones que han comprobado que les causan reacciones adversas42 . Esa evitación les ayuda a reducir el número de crisis.

Asimismo, como en otras enfermedades crónicas, el abordaje global aconseja combinar tratamientos si tal combinación se demuestra útil. Generalmente, los tratamientos de apoyo psíquico son beneficiosos para estos enfermos, crónicos y a menudo graves.

El médico debe diagnosticar y tratar también las complicaciones de la SMC, las psiquiátricas entre ellas. El objetivo terapéutico global es reducir las incapacidades de los afectados. Con todo, debe recomendarse cautela a las instituciones sanitarias antes de aceptar y financiar servicios y tratamientos cuya eficacia no tiene ningún apoyo48 .

Querría terminar con un párrafo que resume muy bien la situación de los afectados: «Por todo ello, la consideración de los afectados dentro de la sociedad es realmente muy discutida: a menudo están en entredicho, son víctimas del rechazo médico y social por ser considerados como simuladores y, en consecuencia, no obtienen el lógico beneficio de una atención sanitaria y de otras prestaciones adecuadas a su situación»42 . Confío en que el diagnóstico médico establecido lleve a una mayor aceptación social, como ocurrió en su momento con la fibromialgia.
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeJue Jun 12, 2008 4:05 am

MAYO DE 2008, DESIGNADO MES DE LA SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE EN COLORADO
Bill Ritter, gobernador de Colorado, ha firmado una proclama para hacer de mayo de 2008 el mes de la sensibilización de la Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Un gran paso que beneficia a todos los que sufren de esta afección, a los que debe mejorarse su conocimiento y reconocimiento.

La iniciativa del Gobernador de Colorado responde a las declaraciones de la Oficina para la Prevención de Enfermedades y la Promoción de la Sanidad, del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EEUU.

*SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* Logo_p10
LA SQM ES UNA ENFERMEDAD TERRIBLE
Las personas que la sufren reaccionan fuertemente a ínfimas cantidades de productos químicos, sustancias presentes en todas partes en la vida moderna. Entre ellos figuran los detergentes, jabones perfumados, productos de limpieza del hogar, perfumes, los gases de los vehículos...

Los síntomas más frecuentes son problemas neurológicos, vértigos, confusión, taquicardia, fatiga, problemas respiratorios, falta de aire ...

Según las estimaciones, las formas más graves de SQM afectan a entre el 1% y el 5% de la población en los países desarrollados.

Los afectados se ven obligados a retirarse de la vida social y eliminar todas las sustancias químicas de sus hogares y de sus vidas.

Asimismo, tienen que usar una máscara con filtro de carbón activado al salir de sus casas para evitar ser expuestos a las emanaciones químicas y caer enfermos.

Por otra parte, diversos informes indican que del 10 al 15% de la población puede manifestar reacciones serias a productos químicos de la vida cotidiana.

Según los datos recogidos por MCS Referral & Ressources (un servicio de apoyo a los pacientes de SQM a cargo de médicos especialistas), en la literatura médica se encuentran, entre 1952 y 1999, unas 609 referencias de publicaciones que tratan esta enfermedad. De ellas, 311 concluyen que se trata de una verdadera enfermedad, con bases orgánicas. En otras palabras, el peso de la evidencia demuestra que la SQM es una afección más bien física que psíquica.

A pesar de este diagnóstico, la SQM no es aceptada por el cuerpo médico. En la mayoría de los casos, las personas que afirman que la exposición a sustancias químicas, en los niveles en los que todo el mundo está expuesto en la vida diaria, les enferma, son considerados enfermos mentales por la profesión médica y el público en general. Esto significa que las personas que sufren SQM están incapacitadas para trabajar pero tienen mucha dificultad para obtener las prestaciones de invalidez que necesitan para sobrevivir. De obtener ayuda financiera es generalmente por ser identificados como enfermos mentales. Esto, simplemente no es aceptable para alguien que sufre una enfermedad física invalidante.
LA PROCLAMA DEL GOBERNADOR DE COLORADO
La proclama del Gobernador, así como de otros legisladores de Estados Unidos y otros países, no puede más que ayudar a los que sufren de SQM. Aunque todavía queda mucho por hacer para que estos enfermos reciban la asistencia que necesitan, y aún todavía más esfuerzo para conocer las razones exactas del desarrollo de la enfermedad y las mejores formas de tratarla.

Actualmente, la investigación sobre SQM tiene tendencia a ser llevada a cabo por investigadores individuales, beneficiarios de recursos muy limitados.

Los puntos clave de la proclama del Gobernador Ritter incluye el reconocimiento de que la SQM:
Afecta a todas las edades, razas, culturas y religiones.
Se caracteriza por un aumento de la sensibilidad a cantidades ínfimas de contaminación del aire, productos petroquímicos y otras toxinas.
Es una afección crónica para la que no existe remedio conocido.
Es una enfermedad debilitante que puede ser mortal.

Los objetivos aprobados para este mes de concienciación son:
Sensibilizar y educar a los ciudadanos sobre los peligros de la SQM y de las intoxicaciones.
El reconocimiento de que el estado de Colorado tiene en cuenta a las personas que sufren de intoxicaciones y de SQM, y que estas personas tienen que tener los mismos derechos y soporte que las personas con otras enfermedades y discapacidades.
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeMiér Jun 18, 2008 8:18 am

ana que medico te tiene que diannosticar esta enfermeda y que pruebas se hacen
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeSáb Jun 21, 2008 12:07 pm

sugar no lo se bien intentare encontrarte respuesta
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MensajeTema: Re: *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE*   *SENSIBILIDAD QUIMICA MULTIPLE* I_icon_minitimeSáb Jun 21, 2008 12:09 pm

SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE: DE LA CIENCIA FICCIÓN A LA REALIDAD

Francisca Gutiérrez Clavero.Afectada de sensibilidad química múltiple, fibromialgia y síndrome de fatiga crónica

Los tóxicos llegaron por primera vez a mí a través de la placenta de mi madre.

Entre sus recuerdos de adolescencia están las imágenes de cómo los aviones fumigaban los campos con el producto estrella del momento: el DDT. Empezó su profesión de enfermera entorno a 1945 y se especializó en ginecología-obstetricia, justo unos años antes de quedar embarazada de mí. Manipuló agujas de radio para tratar el cáncer de cuello de útero, realizó infinitas radiografías sin las precauciones necesarias, estuvo muchas horas sometida a los efectos de los anestésicos, desinfectantes y todo tipo de productos que suelen pulular en los quirófanos. Hasta que cumplí 3 años vivímos en un primer piso, justo encima de un taller de coches, donde empleaban rutinariamente gasolina, disolventes, gomas y cauchos. La mudanza siguiente no fue para mejorar, ya que aunque la vivienda era más grande y confortable, en el patio interior donde jugábamos los niños y las niñas a la salida del colegio habían unos locales alquilados por profesionales: electricistas, almacén de cintas de películas para proyección en salas de cine y un experto en ebanistería. Como no podía trabajar dentro por la evidente falta de ventilación, sacaba las maderas al patio y ambientaba nuestros juegos con pinturas y disolventes que pacientemente aplicaba a las maderas. A los 14 años marché con mi familia a Barcelona. Los altos precios de las viviendas nos obligaron a residir en un barrio periférico de la capital, junto a una autovía.

Había en los alrededores empresas contaminantes, entre ellas alguna que manipulaba caucho, materialaltamente tóxico. Si mi frágil memoria no me falla, durante el verano de 1981 pusieron en alerta a toda la población: las personas con problemas cardiopulmonares debían salir a la calle con mascarillas, el índice de contaminación estaba en zona roja.

No pudimos abrir la puerta del balcón que daba a la autovía durante semanas, a pesar del calor aplastante. El olor a hidrocarburos disueltos al sol era asfixiante. Mi hija, con 4 años de edad, tuvo problemas crónicos de las vías respiratorias altas desde que nació hasta los 10 o 12 años.

En 1982 me trasladé nuevamente. Elegí una ciudad de la costa levantina, Alicante, que siempre me había cautivado por su luminosidad. En aquel momento, mi profesión me obligó a trabajar entre despachos mal ventilados, viviendas en construcción y muchas horas al volante, una mezcla poco recomendable para la salud. Debido a una crisis económica en el sector donde trabajaba, en 1991 se produjo un cambio de rumbo profesional. Ingresé en la administración: un precioso entorno abierto, con jardines y zonas verdes. Pocos días después de incorporarme, llegué y encontré mi despacho con un dedo de polvo blanco. El servicio de limpieza me informó que eso era habitual según soplara el viento, ya que justo detrás había una importante empresa cementera que trabajaba de día y de noche.

Un día, hace ya muchos años, me enteré que aquel fin de semana habían fumigado el edificio porque había ratas en la biblioteca que se encontraba en el sótano. Esa acción pasó desapercibida para el gabinete de salud laboral quien no controló ni qué productos se utilizaron, ni en qué combinación, ni la cantidad y entramos todos a trabajar con absoluta normalidad. Pocos días después tuve una especie de crisis asmática. Desconozco si fue o no causada por aquella fumigación, pero hacía cerca de 20 años que no se me había reproducido.

Fui adicta al tabaco durante 25 años, hasta que una noche, precisamente en esa misma época, sentí que aquelhumo me estaba matando. Esa toma de conciencia duró una fracción de segundos, pero fue tan intensa que apagué aquelcigarrillo y tras casi 10 años no he vuelto a probar otro, aunque me sigo considerando potencialmente adicta al tabaco.

Pasaron un par de años más y nos instalamos en un nuevo edificio. Las mesas recién compradas para equipar los despachos fueron atacadas por carcoma. Solicitamos a la oficina técnica que se realizase la reclamación al proveedor y se cambiasen. Después de mucho insistir conseguimos que viniese un carpintero del servicio mantenimiento, quien sin más problemas sacó una jeringuilla con un producto, según él “muy tóxico” (me mandó alejarme de allí y él por única protección llevaba una minúscula mascarilla de quirófano) y lo inyectó a la madera. Realizó el trabajo en dos despachos más de aquél pasillo. Esto se produjo a mediodía y a la mañana siguiente yo y otros compañeros, estábamos de nuevo en nuestros despachos soportando un olor terrible. De hecho, me ví obligada a salir varias veces a pasear fuera para oxigenarme esa mañana.

En 1999 cambié de domicilio y pude por fin tener el pequeño jardín que tanto soñaba. La llegada de la primavera me entusiasmaba, llenando la casa de flores, plantas y arbustos, ya que cada uno de ellos me parecía de una belleza particular e irrepetible. Poco tiempo después empezaron a presentar problemas de plagas. Pedí ayuda a los jardineros para salvarlas. Dieron rápidamente con la solución, practicar una fumigación triple: insecticida, acaricida y fungicida. Yo desconocía por completo los efectos de cada uno de los componentes y mucho menos de esta terrible combinación. Poco tiempo después empecé con dolores articulares y un episodio de “hombro congelado”.

Acabo de relatar los factores más destacables que me han llevado a padecer una enfermedad crónica, aunque luego están todos aquellos “otros tóxicos” de los que nadie habla, porque se han incorporado a nuestra cotidianeidad de tal forma que sin ellos no somos nadie. Me refiero a los cosméticos, colonias, productos de limpieza, ambientadores, barnices y tratamientos para la madera, objetos de decoración, maderas de aglomerado, tratamientos de los tejidos que utilizamos habitualmente para moda y decoración del hogar, sartenes de teflón, envases de plástico, microondas, pesticidas alimentarios, colorantes, conservantes, envases de plástico, tetra brick, y cientos de elementos más que podemos encontrar en cualquier supermercado y por supuesto en cualquier hogar normal.

Todos estos productos aparentemente nos hacen más seductores, más independientes, más seguros, nos ayudan a ahorrar tiempo, nos llenan de vitaminas y protegen nuestra salud... ¿cuántas mentiras más se pueden decir en menos espacio? Actualmente estoy diagnosticada de fibromialgia severa, síndrome de fatiga crónica severa y sensibilidad química múltiple. El impacto de estas enfermedades en mi vida ha sido devastador.

Después de una durísima lucha con los servicios sanitarios, inspecciones médicas, juzgados y un desembolso importante de dinero que ha minado de forma seria nuestra economía familiar, he conseguido que me reconozcan la invalidez permanente absoluta.

Pero hasta que llegó la sentencia el camino recorrido ha sido doloroso, terriblemente demoledor física y psicológicamente. Y a pesar de esto, la sentencia no recoge todas las patologías diagnosticadas, ¿por qué?, ¿es tanto el miedo a poner en tela de juicio nuestra “sociedad del bienestar”?

Los síntomas y patologías concomitantes de estas enfermedades son muy numerosos, ya que actúan como disruptores neuroendocrinos y afectan a todos los sistemas del cuerpo humano, aunque me atrevo a citar algunos: endometriosis (debido a la gravedad de la misma tuve que someterme a una histerectomía total con anexectomía doble de forma urgent), oclusiones intestinales, síncopes cardiacos, lipotimias, broncoespasmos, síndrome seco, tendinopatías degenerativas, dolores articulares, vómitos, colon irritable, fatiga invalidante hasta el punto de no tener fuerzas ni para orinar, deformaciones de las articulaciones de las manos, caídas por pérdida de equilibrio con las consecuentes lesiones que invalidan durante otro tiempo más, incapacidad para circular libremente por la calle debido a los hidrocarburos y otros agentes contaminantes de los que ya he hecho referencia con anterioridad, fiebre, hipotermia, herpes zoster, trombosis venosa, síndrome temporo-mandibular, hemorroides, candidiasis del tracto digestivo, afectación de la memoria, trastornos cognitivos hasta elpunto de estar incapacitada para leer, escribir, seguir una conversación o entender una película, y la última adquisición es un pequeño pólipo en la vesícula. Estas sólo son algunas de las consecuencias de estas enfermedades.

Hay muchas más, a veces aparecen de una en una, otras se solapan, y en algún momento se juntan todas a la una. No se puede desear el mal al prójimo ni en el peor de los casos, pero yo me ofrecería voluntaria para intercambiar un día, sólo un día de mi vida, con cualquiera de los grandes directivos de estas multinaciones, holdings o como se llamen que se dedican a comprar políticos, cuando no islas paradisíacas y que se dedican a fabricar y negociar con productos que merman, cuando no destruyen nuestra salud y nuestro entorno.

Cuando empecé a sentirme muy mal, la primera consecuencia que viví fue un mobbing profesional que, aún siendo una trabajadora que disfrutaba haciendo mis tareas (sin falsas humildades creo que de forma eficaz), acabó por destruir mi autoestima.

Llegué a dudar de mí misma, poniendo en tela de juicio qué me estaba sucediendo. Tras consultar 21 especialistas, tanto de la sanidad pública como privada, el resultado fue nefasto. Recibí malos tratos, consejos de que no hiciera pública mi enfermedad porque me podrían tachar de neurasténica, risas reprimidas, ser objeto de misoginia “activa”,acabando siempre con un “volante” en la mano dirigido a algún psiquiatra. Al no tolerar los tratamientos psiquiátricos, el especialista me tachó de mujer neurasténica con necesidad de llamar la atención y sin ningunas ganas de curarme. Recuerdo que en una ocasión, tras varias caídas debido a la falta de equilibrio en aquel momento, le pregunté al psiquiatra qué podía hacer. La respuesta fue tajante ante tres enfermeras: “póngase un casco y botas de motorista”. Mientras volvía a casa lloré hasta sacar toda la rabia y la impotencia que podía caber en mi corazón. Decidí que sería la última vez que un médico me vejaría por estar enferma.

Llegar al lugar adecuado ha sido un camino sembrado de espinas, pero por fin encontré profesionales sanitarios que creyeron en mis síntomas, me trataron como a un ser humano y tuve un diagnóstico correcto entre mis manos. No era un buen pronóstico, pero al menos no estaba loca. Hice saber a mis familiares y amigos cual era mi estado de salud, ya que hasta ese momento lo mantuve dentro de la mayor discreción posible. La ignorancia y la comodidad pueden llegar a hacer mucho daño. Algunos familiares lo han asumido, otros lo ven como una enfermedad “rara”, aunque la realidad sea completamente distinta si la englobamos dentro de las enfermedades producidas por el entorno ambiental.

He pedido que en las reuniones familiares o celebraciones especiales prescindan de cosméticos, colonias, maquillajes y laven sus ropas con bicarbonato, pero esto supone un sacrificio tan grande para ellos que ha provocado un distanciamiento familiar. En los casos más leves, se han aplazado repetidamente las visitas y se han sustituido finalmente por una llamada de teléfono de vez en cuando. En mi familia más íntima, hay quien no asume las limitaciones que imponen estas enfermedades, para ellos me he convertido en una obsesa de los químicos que pretende trasladarles mi patología. Incluso se ha llegado a plantear la costosa posibilidad de alquilar una segunda vivienda con el objeto de poder llevar una vida “normal”, sin verse alterados por mis limitaciones.

A menudo me pregunto quién es normal, nosotras, las personas que tenemos un detector más sensible que los demás a sustancias tóxicas y nocivas, o aquellas que por cuestiones de marketing e intereses económicos absolutamente aberrantes se someten a un consumo impuesto que a la corta o a la larga también mermará su calidad de vida.

En resumen, he sido una persona con problemas de salud desde que nací, pero a pesar de ellos he llevado una vida absolutamente normal, incluso hiperactiva, dinámica, creativa, haciendo frente a las realidades cotidianas. Actualmente me he convertido en una enferma crónica con una limitación de entre el 60 y el 100% de mi actividad normal. El sistema sanitario público no responde en absoluto a mis necesidades.

En concreto, la Sensibilidad Química Múltiple no tiene epígrafe en la Seguridad Social. Sólo Alemania y algún otro país que en estos momentos no recuerdo la reconocen como patología consecuencia de los tóxicos. Cobro una pensión de la cual el 70% lo destino a médicos privados, estancias en lugares con un poco de aire limpio, tratamientos no cubiertos por la seguridad social y constantes readaptaciones de la vivienda.

Lógicamente, he perdido mi actividad laboral, los hobbies que practicaba, las relaciones sociales y familiares además de tener conflictos en mi propio hogar. A pesar de la mascarilla para químicos que debo utilizar, dificultosamente puedo salir a la calle y viajar debido a la intolerancia a todos los hidrocarburos y químicos ambientales, sólo puedo consumir alimentos ecológicos y esporádicamente algún complemento nutricional de origen biológico. Cada día pongo un pie delante del otro sin preguntarme qué va a ser de mí, ya que ni siquiera encuentro un entorno natural para edificar una casa con la garantía suficiente de que en algún momento no vaya a sobrevolarme un avión para rociar pesticidas a los pinos del entorno, o que el agua de pozo esté limpia de químicos filtrados a través de la tierra.

La primera línea de playa está saturada de urbanizaciones, coches con los consiguientes hidrocarburos, y un vaivén de personas embadurnadas de magníficas cremas solares que se suponen protectoras, saturadas de perfumes y de dióxido de titanio. La lucha de todos aquellos que padecemos esta enfermedad sigue porque la fuerza nos sale del corazón y del alma. Este camino que estamos recorriendo tiene que borrarse de cualquier mapa y la humanidad debe plantearse un modo de vida que haga honor a su nombre.

El primer paso que se debe dar es una TOMA DE CONCIENCIA POR PARTE DE LA POBLACIÓN CIVIL, porque hoy es MI REALIDAD, pero mañana puede ser LA REALIDAD DE CUALQUIER OTRA PERSONA, nadie está exento de padecer una enfermedad ambiental. Y si el estímulo pensando en nuestras propias vidas no es suficiente, pensemos en la de nuestros hijos.




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