Marifé FUNDADORA DE FIBROAMIGOSUNIDOS.COM -WEBMASTER-GRUPO DE APOYO-REIVINDICACIONES-ACTIVISTA
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| Tema: Un calvario de dolor Vie Nov 28, 2008 3:05 am | |
| Un calvario de dolor
Hace diez días que Angela Folami se enteró, por fin, de la enfermedad que desde hace dos años le ha arrancado las ganas de vivir. Padece el síndrome de fibromialgia. Ahora, Angela lucha por lograr que la Seguridad Social le reconozca su incapacidad para ejercer su trabajo en la hostelería.
DELIA JIMENEZ. Angela Folami, de 41 años, observa cabizbaja varias de sus fotografías obtenidas hace apenas cuatro años. En una de las imágenes aparece con la orla, el día que celebró junto a sus compañeros de promoción la obtención del graduado escolar; en otra, está vestida con un elegante traje negro de fiesta y, en una tercera instantánea, aparece una Angela estilizada, guapa y sonriente. Levanta la mirada rallada de lágrimas y confiesa que ya no es la misma mujer.
Ahora, se define como una persona sin fuerzas, triste, impotente y con un cuerpo marcado por un dolor casi permanente que no la abandona a ninguna hora. Hace apenas diez días que Angela Folami conoce su diagnóstico: padece fibromialgia. Ha esperado más de dos años a que un facultativo emitiera un informe médico que reflejara oficialmente su dolencia. Atrás han quedado múltiples visitas a varios médicos sin que ninguno le diera un diagnóstico certero.
Más de un año aguardó esta vecina de Jinámar para ser atendida por un reumatólogo del Servicio Canario de Salud. Cuando, por fin, llegó el día de la cita con el especialista salió con el mismo dolor físico con que había entrado a la consulta y con la dignidad y las emociones a niveles subterráneos. Dice Angela que el médico no demostró ningún tipo de sensibilidad a la hora de atenderla. "Lo más terrible fue escuchar de su boca que tenía fibromialgia y que el dolor que sentía era algo psicológico.
Además, me comentó que debía hacer ejercicios aeróbicos cuando apenas podía moverme".
Angela comenta que no sólo tienes que luchar contra la incomprensión social hacia esta enfermedad sino que lo más crudo es "soportar que un médico, que se supone que controla este tema, te diga que el dolor que me ha quitado la vitalidad por completo está motivado por mi coco", agrega.
Hace 18 años que Angela Folami llegó a Canarias procedente de su Guinea natal. Estaba dispuesta a labrarse un futuro mejor y no escatimó esfuerzos para lograr su objetivo. Consiguió sacar adelante cinco hijos -en la actualidad con 24, 23, 20, 19 y 18 años-, mientras compaginaba su labor como madre y ama de casa con sus empleos en la hostelería, como cajera de supermercado, bibliotecaria, camarera y limpiadora.
Sin embargo, en junio de 2006 un dolor insoportable comenzó a agarrotarle las articulaciones, al tiempo que una fatiga persistente le impedía avanzar al ritmo de sus compañeras en la limpieza de las habitaciones de una gran candena hotelera. Su empresa terminó despidiéndola. Hasta enero de 2007 cobró una ayuda a través de la mutua de seguros.
Desde entonces, Angela no percibe ningún tipo de ayuda económica y el sueldo de su marido, único salario familiar, apenas le llega para costear los 200 euros que destina cada mes a fármacos. Además, la depresión que sufre al verse impedida ya la ha llevado a dos intentos de suicidio.
"Ruego a la Seguridad Social que no me rechace la ayuda de incapacidad que estoy solicitando y que, al menos, me costeen las medicinas", comenta una Angela desesperada que también pide asesoramiento legal sobre el tema. | |
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