EL MACHISMO Y LA MUJER
Hoy trataremos otro de esos temitas que suelen etiquetarse como “crudos”, pero reales, en el sentido de que la mujer en su mayoría de los casos, se queja del machismo desmedido o del poderío de su pareja, y que no le resulta nada fácil entender ni reconocer los motivos y causas originarias para que este fenómeno de tipo social (el machismo), esté tan de moda en todos, o casi todos los países del mundo.
A la mujer por naturaleza, se le conoce y se le reconoce como al ser más sublime y amoroso de este mundo, la más comprensiva, la más trabajadora, visionaria, emprendedora, fuerte, guerrera, amazona y aguantadora. Pero también se le ha etiquetado como la más mandona, la más gritona, la más manipuladora y la más chantajista en comparación con el hombre que “se dice” es más pasivo y reservado en todos los aspectos de su vida.
Veamos a qué se debe ésto:
Los estudios de la Biología y la Genética, han hecho investigaciones y aportes maravillosos a la ciencia. Descubrimientos que ni remotamente nos hubiéramos imaginado nosotras las mujeres que existieran:
La mujer desde su misma concepción en el útero materno, tuvo bien definidos sus 46 cromosomas de tipo “x”, pero en el varón se encontraron 23 cromosomas de tipo “x”, y los otros 23 cromosomas de tipo “y”. Esto representa un gran dilema o problema genético y genérico para el varón, ya que sus primeros 23 cromosomas lo hacen un ser heterosexual y los siguientes 23, lo colocan como posible candidato para convertirse en un ser homosexual. (Ojo: Estoy diciendo “podrían convertirlo”).
En este marco, no es difícil imaginar, porqué las parejas tienen tantos conflictos matrimoniales en los que se encuentran prioritariamente cinco factores a saber:
La Bisexualidad
La Infidelidad
El manejo del poder
El manejo de la libertad
El manejo del dinero.
De allí que la pareja enfrenta algunas ramificaciones de lo anterior. Errores que aquí y ahora conviene señalar de manera franca, clara y abierta:
La falta de comunicación
La falta de respeto
La monotonía
La lucha por el poder
La falta de consideración
Las relaciones con la familia
La crítica al físico
La falta de apreciaciones por el trabajo y los dones mutuos.
Falta de entendimiento sexual y,
Los celos.
Se dice que la mujer sabia edifica su casa, más la necia con sus manos la derriba. Entendamos claramente ésto: El sentido de pertenencia de la mujer, es un factor psicológico que le brinda estabilidad emocional. Pero cuando no encuentra “eco” en el amor y respeto de su compañero de vida, se siente desamparada emocionalmente, devaluada, humillada, maltratada, incomprendida y relegada a un segundo término. Y es allí justamente cuando empiezan las fricciones, los conflictos y la violencia intrafamiliar. La violencia no es genética amigas queridas, sino social.
El concepto bíblico del amor debe ser superior al mercantilista, es obvio. Pero cuando es al hombre a quien por naturaleza le corresponde (se supone), salir a trabajar para llevar los alimentos y el sustento a su hogar, éste se ausenta, y la mujer se queda en casita a hacer frente a todos los problemas habidos y por haber. Y como es lógico al no estar el hombre en la casa, ella adopta todos los roles y toma las riendas totales del cotidiano quehacer del hogar: Hace la comida, lava y plancha la ropa, atiende las necesidades los hijos, limpia la casa, corre a surtir la despensa, a pagar los biles, etc.
En este sentido, vemos como la mujer se llena inmediata y extraordinariamente de “EXPRESIÓN”
EX = de exteriorizar
PRESIÓN = del verbo presionar.
Y como es lógico intuir, también se llena de estrés recurrente, por tanto esfuerzo y superesfuerzo constante y repetido. La mujer empieza a gritar, empieza a ordenar, empieza a tomar el mando y la supremacía cuando el marido vuelve a casa: “Amor, dame ésto”, “Amor, dame lo otro”, “Pásame las llaves” “Llévame a tal lado”, “Necesito tal cosa”.
Obviamente que a los señores no les gusta recibir ordenes en casa, y mucho menos si son las de su mujer. Y un día, cansados de tantos gritos e histerismo, ellos se hartan y deciden buscarse una amante (o un amante). Y con la amante reciben un trato distinto. La amante se viste y se perfuma como reina para recibirlo, ella no grita ni da ordenes, ella es coqueta, atenta y sabe sugerir delicadamente las cosas con un “Por favor” o un “gracias” que a la esposa se le olvidó por sentirse tan segura y tan indispensable. Entonces miren ustedes amigas, cómo nosotras mismas hacemos que cambien tanto las cosas, y luego nos quejamos de que nos abandonaron ¿o no?
Entonces amigas queridas de mi alma, ¿Cuál de los dos está generando y ejerciendo el verdadero machismo del que tanto nos quejamos?
¿Eres una mujer autoritaria y dictadora que le gusta y hasta disfruta ordenarle o informarle las cosas a su señor esposo?, fíjate cómo se las pides, o cómo le informas a tu señor esposo tus cosas.
“Llévame de compras”, “Recoge los niños en el colegio”, “Dame dinero”, “Voy a salir”, “Saca la basura”, “Toma tu ropa”, etc… ¡puf!… con cuánta razón el hombre se harta de su mujer mandona y autoritaria, lo minimiza, lo humilla, lo hace sentir “poca cosa”, no le da definitivamente el lugar que el esposo merece y le corresponde.
Sin embargo mis corazonas de luz, hey… ¡Tranquilas!, no todo está perdido, aquí en su casita virtual de TodaMujerEsBella.com vamos a darles ahora mismo la receta mágica para que conservemos el poder detrás del trono (je je), es una simple palabrita que les cambiará la vida. Y es palabra es:
¿Puedes?… (derivada del verbo poder), ejemplo:
Amor; ¿Puedes llevarme de compras por favor?
Mi vida; ¿Puedes recoger a los niños del colegio por favor?
Mi cielo; ¿Puedes darme dinero por favor?
Mi rey: ¿Puedes quedarte a cargo de los niños por favor para salir con mis amigas?
Corazón; ¿Puedes hacerme el favor de sacar la basura?
¿Puedes tomar tu ropa del armario por favor?.- ¡Gracias!
Lo cortés por lo tanto mis amigas queridas, no quita lo valiente –dicen-, y si de paso hacemos sentir bien a nuestro compañero de vida, seguiremos ejerciendo el poder en casa y fuera de ella, pero con sabiduría, con inteligencia, con respeto, y sobre todo… ¡Con profundo amor de mujer!