«El opio lo puso la naturaleza para aliviar el dolor».

«El opio lo puso la naturaleza para aliviar el dolor».

Un libro inédito en español que recorre la historia de los medicamentos desde las civilizaciones antiguas hasta hoy representa su gran «viaje» profesional.

Pregunta.- ¿Qué le animó a escribir esta historia desde nada menos que el primer compendio de hierbas 6.000 años antes de Cristo?

Respuesta.- Se puede decir que llevaba media vida preparándome para afrontar un reto así. El libro nace de observar durante tres décadas de docencia que el alumno incrementa su atención si, además de escribir en la pizarra la fórmula química del fármaco, se le cuenta cuál era el trasfondo histórico, social y científico. Por eso subtitulé el libro como 'Un viaje a lo largo de la evolución histórica del descubrimiento de fármacos'.

P.- Un recorrido con una parada clave: el aislamiento de la morfina del opio en 1806.

R.- La descubrió un estudiante alemán en prácticas y continúa siendo uno de los medicamentos más valiosos para aliviar el sufrimiento. No me cabe ninguna duda de que el opio lo puso la naturaleza para paliar el dolor. No sólo el de las personas; también el chimpancé o el orangután lo buscan cuando tienen dolor. La morfina se fragmentó por muchos sitios. Algunos, como la metadona, han servido, y otros no.

P.- ¿Abundan los descubrimientos de carácter fortuito?

R.- Hay muchos. Un ejemplo fue el de las benzodiacepinas, tan beneficiosas para tantas personas. O la finasterida, aprobada en 1992 para la hiperplasia benigna de próstata y que siete años después fue autorizada para tratar la alopecia al comprobarse que su uso estimulaba los folículos pilosos del cuero cabelludo.

P.- De algunos medicamentos cuesta imaginar su origen.

R.- Una especialidad muy famosa, el premarin, procede de los estrógenos equinos obtenidos de orina de yeguas preñadas. Se cateterizan las uretras del animal y se recoge en una bolsa la orina que luego se procesa. Es un fármaco de los años 40 aún vigente como terapia de reemplazo de estrógenos en las mujeres con menopausia.

P.- Para medicamento curioso, la sanguijuela.

R.- Aquí no se utilizaba ningún extracto; se aplicaba directamente el animal para producir sangrías que aliviasen al paciente. Se emplearon hasta principios del siglo XX.

P.- ¿Cómo afectó el ataque a Pearl Harbor en el desarrollo de la penicilina?

R.- A raíz de aquello, Estados Unidos creó la oficina de investigación y recursos estratégicos, conocida como OSRD, que contaba con una división para la medicina militar que coordinó un programa para fabricar penicilina. La descubrieron los ingleses, pero no fueron capaces de producirla, probablemente por la situación de guerra que vivían. Dos años después, la cadena de producción de Pfizer en Brooklyn (Nueva York) literalmente vomita viales de su penicilina G sódica lista para uso médico inmediato. Las tropas aliadas desembarcaron en Normandía disponiendo de una cantidad suficiente.

P.- La biología molecular marca otro punto y aparte.

R.- La fecha exacta es el 7 de abril de 1976 y el lugar el bar Churchill de San Francisco. Allí tomaron unas cervezas un profesor de Bioquímica de la Universidad de California y un banquero. De esa camaradería surgió un acuerdo que les hizo millonarios: decidieron crear Genetech, la primera empresa de biotecnología. Uno de sus éxitos fue la clonación del gen de la insulina humana dos años después de aquella cita. Actualmente los medicamentos de origen biotecnológico representan el 20% del total del mercado.

P.- ¿Recuperará Europa el liderazgo farmacéutico?

R.- Lo tuvo Alemania de forma clara hasta la Segunda Guerra Mundial. Para recuperarlo sería preciso que Europa funcionara como un solo país.