El dolor
El dolor es una de las formas que el organismo posee para expresar un desequilibrio, una desarmonía, una pérdida del orden vital. Cuando una parte del organismo duele es porque hay un trastorno en el funcionamiento de ese organismo; el orden natural tendiente al estado de salud, por alguna razón se ha perdido.
Habitualmente la causa de la fibromialgia y de la fatiga crónica es una irritación del sistema nervioso ocurrida con anterioridad (meses, años), en cualquier lugar del organismo, que finalmente interfiere la capacidad de autoorganización natural. Esa irritación se mantendrá en la memoria del cuerpo hasta tanto no sea corregida mediante tratamiento adecuado.
Una cirugía, un traumatismo, emociones fuertes, un proceso inflamatorio acontecidos en el pasado pueden constituir la irritación inicial y causal de todo el problema actual.
Durante la vida se acumulan este tipo de irritaciones, el organismo las va compensando. La postura, un esfuerzo, el estrés o una situación emocional pueden constituir el desencadenante en un sistema sobrecargado por otras irritaciones. Tanto la fibromialgia como el cansancio persistente o la fatiga crónica son enfermedades con sintomatología diversa que representan el resultado de un proceso.
Es decir que el dolor, la pérdida de vitalidad y los demás síntomas no son la enfermedad. La enfermedad radica en la pérdida del rumbo, en la alteración del equilibrio vital dinámico.
Para que capacidades -como la de no padecer dolor muscular o la de que el sueño sea reparador, etc.- se conserven, todos los sistemas deben funcionar armónicamente en un equilibrio que permita adaptarse a los estímulos internos y externos.
El estado de salud, de vitalidad física, mental e intelectual es en realidad el emergente o la síntesis del funcionamiento en equilibrio armónico de todos los componentes que constituyen la persona. Factores irritativos persistentes pueden alterar la función normal del sistema nervioso y causar enfermedades.
Fuente:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Los enfermos de fibromialgia tienen un umbral de dolor inferior.
Los síntomas de esta dolencia se deben a un trastorno del sistema nervioso central. Anomalías en el cerebro y en la médula espinal son la causa de que los afectados tengan una percepción alterada del dolor.
ISABEL ESPIÑO
La fibromialgia fue reconocida como enfermedad a comienzos de los años 90. Pero «17 años después de que se estableciesen criterios para diagnosticarla, todavía no existe consenso sobre la causa del síndrome, su tratamiento o ni siquiera si merece la consideración de una entidad clínica por sí misma», escribe un equipo de investigadores de la facultad de Medicina de la New York University (EEUU).
Una revisión firmada por estos reumatólogos repasa, en el último 'Annals of Internal Medicine,' las evidencias que actualmente existen sobre las causas de esta confusa dolencia.
La fibromialgia, un trastorno de síntomas difusos, se caracteriza fundamentalmente por el dolor en puntos de todo el cuerpo, acompañado de signos depresivos, trastornos de sueño...
Inicialmente se pensaba que la causa podía encontrarse en los tejidos periféricos (un trastorno de origen muscular), pero las investigaciones han ido mostrando que, en realidad, se trata de un problema en el proceso de percepción del dolor que tiene sus raíces en el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal).
Sin embargo, los autores son muy cautos a la hora de apuntar a una única disfunción: «Dada la complejidad de sus causas, la fibromialgia se entiende mejor desde una perspectiva multidisciplinar y un enfoque demasiado reduccionista puede ser prematuro», matizan. Al igual que el tratamiento de la fibromialgia es multidisciplinar (desde fármacos antidepresivos hasta fisioterapia), también sus causas son una multitud de factores.
Por ejemplo, se ha visto que los fibromiálgicos (sobre todo, mujeres) muestran diferencias en los umbrales del dolor. Aunque tienen una similar percepción para estímulos normales (frío, calor...), el umbral en el que un estímulo se convierte en doloroso es mucho más bajo.
Varios procesos en el cerebro y la médula espinal presentan anomalías que explicarían esta percepción aberrante. Por ejemplo, se han visto diferencias, con respecto a personas sanas, en la actividad de ciertas áreas cerebrales así como en el flujo sanguíneo en el cerebro ante un estímulo nocivo.
A nivel medular, se ha registrado una mayor excitabilidad de las neuronas que transmiten la información nociceptiva (la señal dolorosa) al cerebro. También parecen existir desarreglos en mecanismos descendentes (pautas que mitigan o inhiben la señal dolorosa), en la actividad de las células gliales (activadas por estímulos que inducen el dolor y encargadas de liberar sustancias neuroactivas) y en la liberación de algunos neurotransmisores.
Tampoco se ha esclarecido la posible relación con algunos trastornos psiquiátricos. «Los sucesos traumáticos en las vidas de los pacientes con fibromialgia deberían explorarse, porque pueden contribuir al actual dolor y disfunción», escriben los autores.
«Lo que sí está claro es que los pacientes con fibromialgia experimentan el dolor de modo diferente de la población general y que lo hacen en ausencia de enfermedad. (...) Para ser eficaces, las futuras terapias de la fibromialgia tienen que responder a los mecanismos de dolor implicados en la patología y a las enfermedades relacionadas y, más probablemente, a ambos», concluye el artículo.