Cuando se habla del punto G masculino, nos estamos refiriendo a su próstata. Una glándula, del tamaño aproximado de una nuez, que los hombres tienen en el interior de su vientre, bajo la vejiga, que aporta una buena parte del contenido líquido del semen en cada eyaculación.
¿Resulta fácil localizar el punto G de los hombres?
Puede accederse a la próstata a través del ano. Introduciendo un dedo cubierto con un condón lubricado, y traspasado el esfínter anal, se llega al recto.
A unos cuatro o cinco centímetros de profundidad, en su pared anterior (la que mira al pene) se encuentra un abultamiento como de un centímetro de espesor que se corresponde con la próstata. Explorándolo con el dedo puede advertirse que la próstata parece estar dividida en dos lóbulos separados por una línea central que se encuentra orientada verticalmente.
¡Ese es el llamado punto G masculino!
La próstata tiene terminaciones nerviosas que si se estimulan con una suave caricia, se puede provocar una erección. Sin embargo, eso no significa que el hombre esté psicológica y sexualmente excitado. Es una reacción refleja medular sin mayor contenido erótico.
Naturalmente, si una pareja ya se encuentra manteniendo un encuentro íntimo, y como consecuencia de la excitación él ya tiene una erección, con ese suave masaje puede conseguirse que la rigidez del pene se haga más firme. Lo que unido al estímulo que supone el propio dedo sobre el esfínter anal (rico en esas mismas terminaciones nerviosas), puede ocasionar un incremento del placer erótico del hombre.
Pero, cualquier masaje, suave o intenso, de la próstata debe realizarse con sumo cuidado. Habitualmente esos masajes se realizan desde la periferia hasta la zona central. Exprimiendo la próstata de esa manera se puede conseguir la expulsión del líquido prostático que se parece en parte al semen; emisión que sólo vagamente puede recordar a una eyaculación (por la escasa fuerza con la que sale el fluido).
Estos masajes 'en frío' se practican en las consultas urológicas y se emplean para analizar el líquido prostático. Pero la secreción que producen no se parece a una eyaculación propiamente dicha porque tiene un carácter más bien rezumante que de expulsión a presión.
Otra cosa bien distinta es lo que sucede cuando se estimula simultáneamente al pene (sea por el procedimiento que sea) y a la próstata (que incluye siempre la estimulación del esfínter anal). En tal caso, se suman las sensaciones que se le proporciona al pene y la que se ocasiona en el esfinter del ano al intentar estimular la próstata. Y como resultado de eso, los hombres encuentran en esa actividad un valor sensorial añadido.
Existen ocasiones en las que el hombre se encuentra muy excitado (estando con su pareja, por ejemplo) y es posible que el masaje desencadene una contracción del músculo que rodea a la próstata, con lo que el líquido prostático se proyectará al exterior a presión, como sucede en las eyaculaciones.
Incluso es posible que tales contracciones despierten de un modo reflejo las del resto de los músculos genitales masculinos (deferente, vesículas seminales, recto, pene), y estimulen el reflejo eyaculatorio completo. Dado que tales contracciones musculares suelen vivirse como muy placenteras, el sujeto podrá sentir sensaciones próximas al orgasmo o un orgasmo completo, según las circunstancias. Pero el orgasmo no está garantizado en esta actividad.
Lo que sí resulta más frecuente es que el estímulo simultaneo del pene (vaginal, oral, manual...) y de la próstata acumulen sensaciones y ocasionen en el momento del orgasmo un placer 'diferente'. Algunos lo definen, simplemente, como 'extraño'; otros más optimistas lo describen como algo 'fantástico'. Pero tales declaraciones dependen mucho de la subjetividad de cada persona y del momento. A los hombres se les puede proporcionar más placer o un placer diferente acariciándoles la zona anal y la próstata.
Los orgasmos estimulando el punto G masculino son diferentes
Es verdad que la sensación producida por el masaje de la próstata puede ser distinta a la de un orgasmo obtenido mediante el simple estimulo del pene. Y esa diferencia vendrá dada probablemente (es un tema que aún no está suficientemente estudiado) por la intromisión ocasionada por el dedo que se encuentra introducido en el ano.
Durante el orgasmo se producen contracciones rítmicas del esfínter anal, habitualmente sobre el espacio vacío del mismo. Pero cuando hay algo dentro (un dedo, un vibrador...), tales contracciones se producen entorno a él y el tono muscular de la contracción varía. Es probable que esa variación sea la que se vive como diferente, como sucede con los orgasmos femeninos: son desiguales cuando se producen durante la masturbación con la vagina vacía, que cuando esta se encuentra llena con algo (dedo, pene, vibrador...).
En definitiva, a los hombres se les puede proporcionar más placer o un placer diferente acariciándoles la zona anal y la próstata. Sólo en contadas situaciones la sola estimulación de su punto G ocasiona orgasmos. Porque..., no se puede confundir eyaculación con orgasmo. La primera puede acontecer sin la segunda.