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 CONTAMOS CUENTITOS

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Gela
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Gela


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MensajeTema: CONTAMOS CUENTITOS   CONTAMOS CUENTITOS I_icon_minitimeVie Oct 10, 2008 5:45 am

Os parece que hagamos un recopilatorio de los cuentos que alguna vez nos han hecho un guiño?? Empiezo... (se acepta cosecha propia )

El pescador satisfecho

El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa.

¿ Por qué no has salido a pescar? le preguntó el industrial.

Porque ya he pescado bastante por hoy, respondió el pescador.

¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?, insistió el industrial.

¿ Y qué iba a hacer con ello?, preguntó a su vez el pescador.

Ganarías más dinero, fue la respuesta. De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas...y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo.

¿Y qué haría entonces?, preguntó de nuevo el pescador.

Podrías sentarte y disfrutar de la vida, respondió el industrial.

¿ Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?, respondió el pescador.

Anthony de Mello
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MensajeTema: Re: CONTAMOS CUENTITOS   CONTAMOS CUENTITOS I_icon_minitimeVie Oct 10, 2008 5:52 am

El Gigante Egoísta - Oscar Wilde


Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños se habían acostumbrado a ir a jugar al jardín del gigante. Era un jardín grande y hermoso, cubierto de verde y suave césped. Dispersas sobre la hierba brillaban bellas flores como estrellas, y había una docena de melocotones que, en primavera, se cubrían de delicados capullos rosados, y en otoño daban sabroso fruto.

Los pájaros se posaban en los árboles y cantaban tan deliciosamente que los niños interrumpían sus juegos para escucharlos.

-¡Qué felices somos aquí!- se gritaban unos a otros.

Un día el gigante regresó. Había ido a visitar a su amigo, el ogro de Cornualles, y permaneció con él durante siete años. Transcurridos los siete años, había dicho todo lo que tenía que decir, pues su conversación era limitada, y decidió volver a su castillo. Al llegar vio a los niños jugando en el jardín.

-¿Qué estáis haciendo aquí?- les gritó con voz agria. Y los niños salieron corriendo.

-Mi jardín es mi jardín- dijo el gigante. -Ya es hora de que lo entendáis, y no voy a permitir que nadie mas que yo juegue en él.

Entonces construyó un alto muro alrededor y puso este cartel:
Prohibida la entrada.
Los transgresores serán
procesados judicialmente.

Era un gigante muy egoísta.

Los pobres niños no tenían ahora donde jugar.

Trataron de hacerlo en la carretera, pero la carretera estaba llena de polvo y agudas piedras, y no les gustó.

Se acostumbraron a vagar, una vez terminadas sus lecciones, alrededor del alto muro, para hablar del hermoso jardín que había al otro lado.

-¡Que felices éramos allí!- se decían unos a otros.

Entonces llegó la primavera y todo el país se llenó de capullos y pajaritos. Solo en el jardín del gigante egoísta continuaba el invierno.

Los pájaros no se preocupaban de cantar en él desde que no había niños, y los árboles se olvidaban de florecer. Solo una bonita flor levantó su cabeza entre el césped, pero cuando vio el cartel se entristeció tanto, pensando en los niños, que se dejó caer otra vez en tierra y se echó a dormir.

Los únicos complacidos eran la Nieve y el Hielo.

-La primavera se ha olvidado de este jardín- gritaban. -Podremos vivir aquí durante todo el año

La Nieve cubrió todo el césped con su manto blanco y el Hielo pintó de plata todos los árboles. Entonces invitaron al viento del Norte a pasar una temporada con ellos, y el Viento aceptó.

Llegó envuelto en pieles y aullaba todo el día por el jardín, derribando los capuchones de la chimeneas.

-Este es un sitio delicioso- decía. -Tendremos que invitar al Granizo a visitarnos.

Y llegó el Granizo. Cada día durante tres horas tocaba el tambor sobre el tejado del castillo, hasta que rompió la mayoría de las pizarras, y entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín corriendo lo más veloz que pudo. Vestía de gris y su aliento era como el hielo.

-No puedo comprender como la primavera tarda tanto en llegar- decía el gigante egoísta, al asomarse a la ventana y ver su jardín blanco y frío. -¡Espero que este tiempo cambiará!

Pero la primavera no llegó, y el verano tampoco. El otoño dio dorados frutos a todos los jardines, pero al jardín del gigante no le dio ninguno.

-Es demasiado egoísta- se dijo.

Así pues, siempre era invierno en casa del gigante, y el Viento del Norte, el Hielo, el Granizo y la Nieve danzaban entre los árboles.

Una mañana el gigante yacía despierto en su cama, cuando oyó una música deliciosa. Sonaba tan dulcemente en sus oídos que creyó sería el rey de los músicos que pasaba por allí. En realidad solo era un jilguerillo que cantaba ante su ventana, pero hacía tanto tiempo que no oía cantar un pájaro en su jardín, que le pareció la música más bella del mundo. Entonces el Granizo dejó de bailar sobre su cabeza, el Viento del Norte dejó de rugir, y un delicado perfume llegó hasta él, a través de la ventana abierta.

-Creo que, por fin, ha llegado la primavera- dijo el gigante; y saltando de la cama miró el exterior. ¿Qué es lo que vio?

Vio un espectáculo maravilloso. Por una brecha abierta en el muro los niños habían penetrado en el jardín, habían subido a los árboles y estaban sentados en sus ramas. En todos los árboles que estaban al alcance de su vista, había un niño. Y los árboles se sentían tan dichosos de volver a tener consigo a los niños, que se habían cubierto de capullos y agitaban suavemente sus brazos sobre las cabezas de los pequeños.

Los pájaros revoloteaban y parloteaban con deleite, y las flores reían irguiendo sus cabezas sobre el césped. Era una escena encantadora. Sólo en un rincón continuaba siendo invierno. Era el rincón más apartado del jardín, y allí se encontraba un niño muy pequeño. Tan pequeño era, no podía alcanzar las ramas del árbol, y daba vueltas a su alrededor llorando amargamente. El pobre árbol seguía aún cubierto de hielo y nieve, y el Viento del Norte soplaba y rugía en torno a él.

-¡Sube, pequeño!- decía el árbol, y le tendía sus ramas tan bajo como podía; pero el niño era demasiado pequeño. El corazón del gigante se enterneció al contemplar ese espectáculo.

-¡Qué egoísta he sido- se dijo. -Ahora comprendo por qué la primavera no ha venido hasta aquí. Voy a colocar al pobre pequeño sobre la copa del árbol, derribaré el muro y mi jardín será el parque de recreo de los niños para siempre.

Estaba verdaderamente apenado por lo que había hecho.

Se precipitó escaleras abajo, abrió la puerta principal con toda suavidad y salió al jardín.

Pero los niños quedaron tan asustados cuando lo vieron, que huyeron corriendo, y en el jardín volvió a ser invierno.

Sólo el niño pequeño no corrió, pues sus ojos estaban tan llenos de lágrimas, que no vio acercarse al gigante. Y el gigante se deslizó por su espalda, lo cogió cariñosamente en su mano y lo colocó sobre el árbol. El árbol floreció inmediatamente, los pájaros fueron a cantar en él, y el niño extendió sus bracitos, rodeó con ellos el cuello del gigante y le besó.

Cuando los otros niños vieron que el gigante ya no era malo, volvieron corriendo y la primavera volvió con ellos.

-Desde ahora, este es vuestro jardín, queridos niños- dijo el gigante, y cogiendo una gran hacha derribó el muro. Y cuando al mediodía pasó la gente, yendo al mercado, encontraron al gigante jugando con los niños en el más hermoso de los jardines que jamás habían visto.

Durante todo el día estuvieron jugando y al atardecer fueron a despedirse del gigante.

-Pero, ¿dónde está vuestro pequeño compañero, el niño que subí al árbol?- preguntó.

El gigante era a este al que más quería, porque lo había besado.

-No sabemos contestaron los niños- se ha marchado.

-Debéis decirle que venga mañana sin falta- dijo el gigante.

Pero los niños dijeron que no sabían donde vivía y nunca antes lo habían visto. El gigante se quedó muy triste.

Todas las tardes, cuando terminaba la escuela, los niños iban y jugaban con el gigante. Pero al niño pequeño, que tanto quería el gigante, no se le volvió a ver. El gigante era muy bondadoso con todos los niños pero echaba de menos a su primer amiguito y a menudo hablaba de él.

-¡Cuánto me gustaría verlo!- solía decir.

Los años transcurrieron y el gigante envejeció mucho y cada vez estaba más débil. Ya no podía tomar parte en los juegos; sentado en un gran sillón veía jugar a los niños y admiraba su jardín.

-Tengo muchas flores hermosas- decía, pero los niños son las flores más bellas.

Una mañana invernal miró por la ventana, mientras se estaba vistiendo. Ya no detestaba el invierno, pues sabía que no es sino la primavera adormecida y el reposo de las flores.

De pronto se frotó los ojos atónito y miró y remiró. Verdaderamente era una visión maravillosa. En el más alejado rincón del jardín había un árbol completamente cubierto de hermosos capullos blancos. Sus ramas eran doradas, frutos de plata colgaban de ellas y debajo, de pie, estaba el pequeño al que tanto quiso.

El gigante corrió escaleras abajo con gran alegría y salió al jardín. Corrió precipitadamente por el césped y llegó cerca del niño. Cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamó:

- ¿Quién se atrevió a herirte?- Pues en las palmas de sus manos se veían las señales de dos clavos, y las mismas señales se veían en los piececitos.

-¿Quién se ha atrevido a herirte?- gritó el gigante. -Dímelo para que pueda coger mi espada y matarle.

-No- replicó el niño, pues estas son las heridas del amor.

-¿Quién eres?- dijo el gigante; y un extraño temor lo invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeño.

Y el niño sonrió al gigante y le dijo:

-Una vez me dejaste jugar en tu jardín, hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.

Y cuando llegaron los niños aquella tarde, encontraron al gigante tendido, muerto, bajo el árbol, todo cubierto de capullos blancos.
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MensajeTema: Re: CONTAMOS CUENTITOS   CONTAMOS CUENTITOS I_icon_minitimeVie Oct 10, 2008 6:00 am

LA RATITA PRESUMIDA.





Erase una vez una ratita que estaba barriendo la puerta de su casa y cantaba:

"tralará larito barro mi casita y todos los días la misma faena, tralará larito barro mi casita"

y de repente se agachó y cogió una moneda que había en el suelo. -¿Qué me compraré? ¿Qué me compraré?.

- Ya lo tengo: Me compraré caramelos. No, no que se me ensuciaran los dientes. Siguió pensándolo, ¿Qué me compraré? Ya lo tengo: Me compraré un lacito para mi cola.

La ratita fue a la tienda y compró un lazo rojo y lo puso en su cola y se sentó a la puerta de su casa.

Al poco rato pasó por allí un perro que al ver tan elegante a la ratita le dijo: -Ratita, ratita pero que rebonita estás. ¿Te quieres casar conmigo?.

- ¿Y por la noche que harás? Preguntó la ratita.

-!Guau, guau, guau! dijo el perro.

-No, no que me asustarás.

Y el perro se marchó ladrando de rabia.

Todavía se veía al perro por el camino cuando llegó un gallo muy emplumado que al ver tan bonita a la ratita le dijo:

-Ratita, ratita pero que rebonita estás, ¿Te quieres casar conmigo?.

-¿Y por la noche qué harás? le preguntó la ratita

-Quiquiriquí, Quiquiriquí.

-No, no que me asustarás.

Y el gallo fue a buscar una gallina.

A los dos minutos pasó por allí un gato y al ver a la ratita se acercó y le dijo:

- Ratita, ratita, pero que rebonita estás, ¿Te quieres casar conmigo?.

-¿Y por la noche que harás? preguntó la ratita.

-¡ Miau, miau!

-No, no que me asustarás.

Y el gato se alejó maullando.

Una hora más tarde pasó por allí un ratón y al ver a la ratita le dijo:

-Ratita, ratita, pero que rebonita estás ¿Te quieres casar conmigo?.

-Y la ratita le preguntó ¿Y por la noche que harás?

-Dormir y callar, dormir y callar.

-Pues contigo me he de casar.

La ratita presumida se casó con el ratón y vivieron felices, comieron perdices y a nosotros nos dieron con los huesos en las narices.
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Anablue
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MensajeTema: Re: CONTAMOS CUENTITOS   CONTAMOS CUENTITOS I_icon_minitimeVie Oct 10, 2008 6:20 am

CONTAMOS CUENTITOS Arbole10


Había una vez, tres árboles en la colina de un bosque. Hablaban acerca de sus sueños y esperanzas, y el primero dijo: “ Algún día seré un cofre de tesoros. Estaré lleno de oro, plata y piedras preciosas. Estaré decorado con labrados artísticos y tallados finos; todos verán mi belleza”.



El segundo árbol dijo: “ Algún día seré una poderosa embarcación. Llevaré a los más grandes reyes y reinas a través de los océanos, e iré a todos los rincones del mundo. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza y poderoso casco”.



Finalmente el tercer árbol dijo: “ Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de todos los árboles del bosque. La gente me verá en la cima, mirará mis poderosas ramas y pensarán en el Dios de los cielos, y cuán cerca estoy de alcanzarlo. Seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente siempre me recordará”.



Después de unos años de que los árboles oraban para que sus sueños se convirtieran en realidad, un grupo de leñadores vino donde estaban los árboles.



Cuando uno vio al primer árbol dijo: “ Este me parece un árbol fuerte, creo que podría vender su madera a un carpintero”, y comenzó a cortarlo. El árbol estaba muy feliz debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en un cofre para tesoros.



El otro leñador dijo mientras observaba al segundo árbol:” Parece un árbol fuerte: creo que podré vender al carpintero del puerto”. El segundo árbol se puso muy feliz porque sabía que estaba en camino de convertirse en una poderosa embarcación.



El último leñador se acercó al tercer árbol; éste estaba asustado, pues sabía que si lo cortaban, su sueño nunca se volvería realidad. El leñador dijo entonces: “ No necesito nada especial del árbol que corte, así que tomaré éste”. Y cortó el tercer árbol.



Cuando el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un cajón de comida para animales, fue puesto en un pesebre y llenado con paja. Se sintió muy mal pues eso no era por lo que había orado.



El segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña balsa de pesca, ni siquiera lo suficientemente grande para navegar en el mar, y fue puesta en un lago. Y vio cómo sus sueños de ser una gran embarcación cargando reyes había llegado s su final.



El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la oscuridad de una bodega. Años más tarde, los árboles olvidaron sus sueños y esperanzas por lo que tanto habían orado.



Entonces un día un hombre y una mujer llegaron a un pesebre, Ella dio a luz a un niño, y lo colocó en la paja que había dentro del cajón en el que fue transformado el primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna para su bebé, pero este cajón debería serlo. El árbol sintió la importancia de este acontecimiento y supo que había contenido el más grande tesoro de la historia.



Años más tarde un grupo de hombres entraron en la balsa en la cuál habían convertido al segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en la barca. Mientras ellos estaban en el agua, una gran tormenta se desató y el árbol pensó que no sería lo suficientemente fuerte para salvar a los hombres. Los hombres despertaron al que dormía, éste se levantó y dijo: “ Calma ¡ quédate quieto!” y la tormenta y las olas se detuvieron. En ese momento el segundo árbol se dio cuenta de que había llevado al Rey de Reyes y el Señor de Señores.



Finalmente un tiempo después alguien vino y tomó el tercer árbol convertido en tablas. Fue cargado en las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina. Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta de que él fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina, y estar tan cerca de Dios como nunca, porque Jesús había sido crucificado.
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