Adulterio e informática
Recientes estudios revelan que más de 2,5 millones de españoles son ciberadúlteros y que uno de cada cuatro divorcios que se producen tiene relación con la Red
Webcam y Messenger son los instrumentos esenciales para poner unos buenos cibercuernos.
¿Consumes porno interactivo vía Internet? ¿Te masturbas frente a la webcam? ¿Tienes conversaciones subidas de tono con anónimos internautas a través de Messenger o micro? ¿Entras en chats de cibersexo una noche sí y otra también? ¿Estás casad@? ¿Ennoviad@, tal vez? Si has respondido “SÍ” a todas estas preguntas, es posible que estés cometiendo ciberadulterio y no lo sepas. Porque, aunque no haya roce, hay delito: ahora, para poner cuernos sólo hace falta un ordenador y, si te pillan y te piden el divorcio, el juez no tendrá compasión de ti.
Porque, al fin y al cabo, ¿qué diferencia hay entre masturbarse viendo a una chica por cam o hacerlo viendo a una prostituta en una habitación de hotel, como el ex gobernador de Nueva York Elliot Spitzer? Ya lo decía Jesucristo: “Quien mira a una mujer con deseos deshonestos, ya ha cometido adulterio en su corazón”.
Cuernos virtuales
Según un reciente informe del Observatorio Español de Internet (OEI) alrededor de dos millones y medio de personas (se dice pronto) son ciberadúlteros, es decir, que practican sexo a través de Internet con otros seres humanos pese a tener pareja estable. Un 10% de ellos –casi medio millón de personas- acaba quedando con su ciberamante para poner en práctica en la realidad lo ensayado a través de la pantalla del ordenador.
El presidente del OEI, Francesc Canals, reconoce que Internet ofrece a los navegantes una facilidad pasmosa para establecer contactos con otras personas: “El anonimato preponderante en Internet y la excitación que se experimenta por la conquista son elementos determinantes, muchos usuarios de chats confiesan sentirse estimulados por esta excitación que supone el hecho de ser valorado y cortejado por interlocutores del sexo contrario”.
Esto hace que, a diferencia de lo que ocurre con la pornografía, en el mundo de los chats y las webcams haya cada vez más usuarias de sexo femenino, aunque muchas veces no sea tarea fácil dilucidar si se trata de mujeres de verdad o de hombres cibertravestidos.
"¿Nos vemos por cam?"
Al contrario de lo que sucede en la vida real, en Internet se pasa enseguida del dicho al hecho (sin trecho), del chateo al ciberadulterio. “¿Nos vemos por cam?” es la frase estrella. Y, de verse las caras, a enseñar las respectivas vergüenzas y a masturbarse comiéndose con los ojos mutuamente... muchas veces, con la mujer o el marido durmiendo plácidamente en la habitación de al lado. Si la webcam es buena, la experiencia puede ser casi tan estimulante como un encuentro real. O incluso más: sin ensuciarse con fluidos ajenos, con la conciencia más o menos tranquila y sin riesgo alguno de contraer enfermedades venéreas.
En el ciberespacio nadie puede oler tu halitosis, ni percibir ninguna de las miserias que suelen lastrar las vidas de los hombrecillos y las mujercitas de a pie. Enseñas lo que quieres que vean, te muestran lo que desean que mires, os decís el uno al otro lo que necesitáis oír para alcanzar un buen orgasmo. Luego, un kleenex y a dormir. Pero, pajita a pajita, esta costumbre inofensiva en apariencia podría convertirse en una relación perfecta que rivalice con la “real”.
Las relaciones sexuales ciberespaciales, según dice la psicóloga Mercè Catells, de En plenitud, “no siempre involucran un componente físico, pero el apego emocional puede llegar a ser muy fuerte. Además, muchas veces acaba afectando a la relación de pareja, ya que el ciberadúltero puede llegar a perder interés en las relaciones sexuales con su pareja, puesto que aún cuando estos amoríos en línea no involucren el sexo, pueden llegar a ser muy intensos y amenazar igualmente un matrimonio”.
Divorcios por motivos cibersexuales
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¿Tienes relaciones sexuales con desconocidos a través de Internet?
El pasado mes de julio, la popular modelo norteamericana Christie Brinkley ganó la demanda de divorcio y la custodia de sus hijos, derrotando así a su marido, el arquitecto Peter Cook, que no sólo perdió el largo juicio por haber engañado a su mujer con una chica de 18 años, sino también por estar enganchado al sexo en Internet. Al parecer, Cook se gastaba 3.000 dólares al mes en bajarse porno de la Red y, además, ponía en Internet vídeos masturbándose y frecuentaba con seudónimo chats liberales.
No era la primera vez que el sexo virtual ocasionaba graves problemas en el seno de una pareja de celebrities: en 2005, la actriz y sex symbol Denise Richards se divorciaba de Charlie Sheen porque el actor, amén de ser adicto al porno con jovencitas, se entretenía mostrando fotos de su pene en chats eróticos.
En 2006, la bellísima cantante country Sara Evans pidió el divorcio al encontrar en el ordenador de su marido más de 100 fotos de su cuerpo desnudo junto a conversaciones almacenadas y otras evidencias innegables de haber practicado cibersexo.
Son sólo tres casos de parejas famosas destrozadas por el cibersexo, relaciones entrañables truncadas por una nueva forma de ligoteo virtual tan rápida como adictiva. Cibercornudos y ciberadúlteros se enfrentan en los tribunales con el disco duro en manos del tribunal. Y son los segundos los que suelen perder la batalla.
A la caza del ciberadúltero
Ya hemos dicho que los ciberadúlteros pecan en Internet con la certeza de que no hacen daño a nadie y jamás serán pillados. Craso error. El 15% de las consultas de parejas desconfiadas que reciben los detectives privados están relacionadas con Internet. Además, es más fácil pillar a un ciberadúltero que a un mentiroso, ya que el ordenador (ese Judas de la era digital) se guarda todo y luego te deja con el culo al aire.
Por si fuera poco, ya han surgido sitios especializados en perseguir el ciberadulterio, como Infidelity Check o Chat Cheaters, que utilizan programas tan eficaces como el eBlaster para peinar el ordenador del sospechoso o sospechosa (desde sus visitas a webs porno hasta e-mails guarros) y así detectar o prevenir infidelidades. “Cace a su marido, esposa, novio o novia chateando”, dice la publicidad.
Por otro lado, Internet ha propiciado la proliferación de todo tipo de picaresca erótico-virtual, desde los cibertruhanes que captan ciberinfieles para conseguir fotos suyas y luego chantajearlos, hasta adolescentes que enseñan sus vergüenzas por cam a cambio de una recarga de móvil y terminan amenazando con denuncias o chivatazos que sólo se silencian con más dinero.
Por supuesto, para cada roto existe un remiendo, y también han proliferado como setas agencias que se dedican a asegurarte que nadie se va a enterar de tus escarceos virtuales. Una de estas agencias es Private Affaire Online, que ofrece jugosas y muy creíbles coartadas a hombres y mujeres casados o ennoviados, para que puedan echar sus virtuales canitas al aire con absoluta tranquilidad. Y si tu cibercornudo te pilla, te devuelven tu dinero. Como El Corte Inglés.