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 PERCEPCIÓN DEL DOLOR Y FIBROMIALGIA

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Marifé
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MensajeTema: PERCEPCIÓN DEL DOLOR Y FIBROMIALGIA   PERCEPCIÓN DEL DOLOR Y FIBROMIALGIA I_icon_minitimeLun Sep 15, 2008 3:26 pm

PERCEPCIÓN DEL DOLOR Y FIBROMIALGIA

PERCEPCIÓN DEL DOLOR Y FIBROMIALGIA Dolor10

El dolor constituye un fenómeno psicológico que posee varias características que van más allá de la intensidad, la localización o la duración de una sensación dolorosa. Así, la definición científica más reciente ya recoge la idea de que el dolor representa una experiencia sensorial y emocional desagradable. Del mismo modo, las investigaciones recientes han puesto de manifiesto que otros factores psicológicos como la atención, la memoria, las emociones o el contexto social pueden modificar la percepción del dolor. En definitiva, experimentar el dolor es un comportamiento complejo controlado por el sistema nervioso que permite la adaptación de los individuos a su medio ambiente. Esta capacidad para procesar el dolor posee, al menos, tres funciones adaptativas en los individuos sanos: en primer lugar, el dolor sirve como señal de alarma para indicar la existencia de un daño corporal; asimismo, la experiencia del dolor permite que el individuo inicie conductas que ayuden a reparar el daño corporal sufrido; por último, la expresión del dolor permite advertir a otros individuos sobre la existencia de un peligro que podría dañarlos a ellos también.

En el caso de la fibromialgia (FM), al igual que ocurre en otros síndromes de dolor crónico, la percepción del dolor se prolonga excesivamente en el tiempo, perdiendo sus funciones originales y afectando al estado psicológico y social de los pacientes. Así, resulta probable que esta prolongación en el tiempo de una percepción dolorosa provoque cambios profundos en el sistema nervioso y, por tanto, en el estado psicológico de las personas que lo padecen. No obstante, todavía constituye un desafío para la ciencia desvelar cuáles son los mecanismos que transforman y mantienen el dolor crónico. Nuestra línea de investigación se centra en analizar los efectos que tiene la percepción del dolor de forma continuada sobre el funcionamiento emocional y cognitivo en los pacientes con FM. En particular, nuestros trabajos parten de la hipótesis de que el dolor crónico ocasiona cambios importantes en el funcionamiento cerebral de los pacientes que afectan, por tanto, al procesamiento de la información sensorial, emocional y cognitiva. Para ello, nuestras investigaciones utilizan instrumentos de evaluación neuropsicológica, así como diversas técnicas de neuroimagen para examinar el funcionamiento cerebral de los pacientes con dolor crónico. Los resultados de estas pruebas son analizados y comparados con los que obtienen otros grupos de pacientes y personas sanas.

Básicamente, los datos obtenidos por nuestro grupo de investigación ponen de relieve que los pacientes con FM poseen una serie de características neuropsicológicas muy semejantes a las que presentan otros pacientes que padecen dolor de forma crónica debido a una lesión corporal, pero significativamente diferentes a las que muestran las personas sanas. En estos trabajos se han examinado, por ejemplo, cuál es el umbral de dolor, es decir, la cantidad de estimulación necesaria para experimentar una sensación dolorosa mediante pruebas de calor, frío o presión. Asimismo, hemos analizado cómo el cerebro recibe e interpreta esa información sensorial y cómo determinados factores emocionales y sociales pueden influir sobre dicho procesamiento cerebral.

En cuanto a los umbrales para el dolor, hemos confirmado no sólo que los pacientes con FM presentan umbrales más reducidos que las personas sanas, es decir una mayor sensibilidad para el dolor en aquellas zonas corporales que los pacientes identifican habitualmente como puntos sensibles, así como en otras zonas que no suelen considerarse como dolorosas. Esta mayor sensibilización hacia el dolor posee algunas características diferenciales entre los pacientes con FM. Así, por ejemplo, cuando el estímulo nocivo se aplica de forma repetida y se hace una breve pausa entre dos sesiones de estimulación (60 minutos), las personas sanas presentan un patrón de respuesta similar en ambas sesiones. Por el contrario, los pacientes con FM son mucho más sensibles hacia el estímulo nocivo en la segunda que en la primera sesión.

Un segundo ejemplo de nuestros trabajos sobre la sensibilidad al dolor ilustra como el procesamiento de la información dolorosa también se ve influenciado significativamente por factores sociales en los pacientes con FM. En una investigación realizada conjuntamente con científicos de la Universidad de Tubinga (Alemania), se examinó la sensibilidad al dolor en dos condiciones diferentes: a) cuando el paciente estaba solo con el experimentador, y b) cuando se permitía que una persona próxima y relevante para el paciente estuviera presente durante la medición. El análisis de los datos puso de manifiesto que la sensibilidad hacia el dolor se reducía significativamente cuando los pacientes con FM eran examinados en presencia de las personas relevantes comparado con la situación “solo frente al experimentador”; mientras que no se observó ninguna diferencia en un grupo de personas sanas. Es decir, se observó que la presencia y el apoyo de una persona relevante favorecen una reducción en la percepción del dolor en los pacientes con FM, pero no en las personas sanas.

Estos resultados sugieren la existencia de un mecanismo fisiológico relacionado con una exagerada excitabilidad del sistema nervioso, que sería responsable de producir una sensibilización anormal en las vías que procesan la información del dolor. Por otro lado, el hecho de que factores externos como la presencia de una persona próxima puedan modificar la percepción del dolor subraya el carácter multidimensional que posee el fenómeno del dolor y el papel relevante que juegan otros factores psicosociales en su mantenimiento de forma crónica.

En los últimos años se ha producido un avance importante en el conocimiento de las bases neurobiológicas de la percepción del dolor, identificándose una serie de regiones en el cerebro que intervienen en diferentes aspectos del procesamiento del dolor entre las personas sanas. En este sentido, nuestra línea de investigación se ha centrado en la evaluación del procesamiento cerebral del dolor entre pacientes con FM. La utilización de técnicas de registro de la actividad cerebral (EEG, imágenes de resonancia magnética funcional) junto con tareas de estimulación sensorial, nos está permitiendo analizar las posibles alteraciones que presentan los pacientes con dolor crónico durante el procesamiento de la información sensorial. Así, por ejemplo, las investigaciones más recientes de nuestro laboratorio han revelado que las respuestas cerebrales ante la estimulación táctil repetida son mayores entre los pacientes con FM que entre las personas sanas. Por otro lado, hemos observado que los pacientes con FM presentan una respuesta cerebral más marcada y una percepción del dolor más intensa cuando la estimulación táctil tiene lugar en un contexto emocionalmente negativo (por ejemplo, durante la visión de imágenes desagradables), comparado con un contexto emocionalmente positivo (visión de imágenes relajantes). Resulta interesante que este mismo tipo de estimulación no desencadene diferencias significativas en las respuestas cerebrales o la percepción del dolor entre pacientes con dolor musculoesquelético de origen orgánico (radiculopatías, artritis reumatoide) o, incluso, que la estimulación táctil genere respuestas cerebrales más reducidas en la condición emocional negativa que en la positiva entre las personas que no padecen dolor crónico. En relación con estos resultados, cabe señalar que la presencia de una persona relevante para el paciente con FM no sólo reduce la percepción del dolor, sino que también reduce las respuestas cerebrales ante la estimulación táctil repetida. Por ello, es probable que estas alteraciones en el procesamiento cerebral de la información táctil estén directamente relacionadas con el nivel de dolor que experimentan las personas con FM.

En definitiva, todos estos datos sugieren una importante influencia de factores emocionales negativos y sociales sobre la percepción del dolor y el procesamiento cerebral de la información táctil entre los pacientes con FM. Las futuras investigaciones deberán esclarecer hasta qué punto estas alteraciones psicofisiológicas que presentan los pacientes con FM constituyen marcadores clínicos estables que puedan ser utilizados terapéuticamente para la reducción del deterioro psicológico, social y laboral que padecen estos pacientes.

Pedro Montoya
Departamento de Psicología
Universitat de les Illes Balears e Instituto Universitario de Ciencias de la Salud (IUNICS) Palma
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