CARMEN REIJA ES FARMACÉUTICA COLEGIADA CARMEN REIJA . s una frase muy frecuente en quienes padecen fibromialgia, patología complicada con síntomas comunes a otras alteraciones y difícil de diagnosticar y tratar. Son muchas las enfermedades que se han relacionado y/o confundido con ella: Síndrome de Fatiga Crónica, Síndrome de Sjógren y la artritis reumatoide -entre otras-, que deben ser descartadas.
Los enfermos sufren mucho porque añadido al dolor y a la reducción de su calidad de vida se une el hecho de que -con anterioridad al diagnóstico definitivo- han tenido que acudir a médicos de diferentes especialidades (digestivo, cardíaco, etc.) y sus familiares han acabado dudando de la realidad de la dolencia, pues un médico tras otro dicen que los análisis y las radiografías son normales.
Es un síndrome caracterizado por el dolor crónico generalizado y el cansancio mantenido en el tiempo, con cambios de intensidad que afectan a la calidad de vida y al estado de ánimo. Se desconocen las causas aunque se han considerado implicados muchos factores diferentes.
Como no se ha detectado ninguna alteración orgánica objetiva característica, se plantea como un trastorno de la percepción, transmisión y modulación del estímulo doloroso, con descenso del umbral del dolor y mala adaptación al ejercicio físico aeróbico. Se han descrito casos que comienzan tras procesos coyunturales, como una infección bacteriana o viral, un accidente de automóvil, el divorcio, etc. En otras ocasiones aparece tras otra enfermedad como la artritis reumatoide o el lupus eritematoso.
Entre el 80-90% de los casos afecta a mujeres de entre 30 y 60 años, siendo el perfil medio el de una mujer hiperpreocupada y perfeccionista, con signos evidentes de ansiedad y desconfianza ante la clase sanitaria.
El principal motivo de consulta es el dolor generalizado y con mialgias de localización imprecisa que padece "desde hace años". Puede acompañarse de hormigueo en manos y pies, edema e hinchazón periarticular, principalmente en las manos, con rigidez matutina. El dolor es difuso, intenso, profundo, difícil de definir y suele empeorar con el ejercicio físico intenso, con el frío y con las situaciones de estrés emocional.
Además padecen astenia, fatiga y malestar general, sensación de tumefacción, síndrome temporomandibular, dificultad para dormir y sueño no reparador ("me levanto más cansado de lo que me acuesto"), apnea nocturna, mioclonías del sueño (movimientos bruscos de brazos y piernas), bruxismo (rechinar de dientes), colon irritable (estreñimiento alternado con diarrea, dolor abdominal, gases y náuseas), cefalea tensional, precordalgia inespecífica, palpitaciones, sensación de inestabilidad, dismenorrea, dolores en la menstruación, pérdida de memoria, vejiga irritable, síndrome de piernas inquietas, síndrome de Raynaud.
El diagnóstico se establece por la presencia de síntomas y signos característicos tras haber excluido otras enfermedades. Los criterios actuales exigen la presencia de dolor crónico generalizado de más de tres meses de duración en combinación con dolor a la presión en 11 o más de los 18 puntos típicos (gatillo). Esta exploración debe hacerse con la prueba del pseudopellizco, positiva en los pacientes afectados. Los análisis y las radiografías son normales pero se deben realizar para descartar otras enfermedades del aparato locomotor asociadas.
El tratamiento es complejo y obliga a la combinación de diferentes mecanismos. Es muy importante la manera de tratar al paciente; conseguir su confianza, tranquilizarlo y realizar una explicación sencilla reduce su ansiedad. Se pretende mejorar su calidad de vida siendo fundamental mantener una actitud positiva ante las cosas de cada día evitando la excesiva preocupación por los pequeños problemas. Es conveniente marcarse objetivos diarios que se puedan cumplir (ir a comprar a un sitio determinado, no dejar de hacer aquello que se había previsto, intentar no dar a los pequeños problemas de cada día más importancia de la que tienen, etc.)
Se están aplicando varios procedimientos, solos o combinados. Al tratamiento farmacológico convencional (antidepresivos tricíclicos, relajantes musculares, analgésicos, antiinflamatorios, etc.) bajo control del médico, se unen las denominadas terapias complementarias (mesoterapia, electroterapia, ejercicio físico, aplicación de calor, hidroterapia, medicina natural, acupuntura, fisioterapia) y el tratamiento psicológico (psicoterapia, educación al paciente y a la familia y la terapia de grupo).
Acude a tu centro de Atención Primaria, pues en él está tu médico de referencia accesible y con un conocimiento integral, aunque sin olvidar que el abordaje es multidisciplinar y los especialistas (reumatólogo, psiquiatra, etc.) tienen un papel importante.
Es preciso destacar la importancia de la labor que llevan a cabo las asociaciones que trabajan en beneficio de estos enfermos y, asimismo, el trabajo del farmacéutico por su accesibilidad y por su formación sanitaria que puede apoyar al paciente durante todo el proceso, desde el principio (orientación para ir al médico) hasta el final (adhesión al tratamiento recomendado y pautas conductuales).
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