LA MUJER Y LA LUNA 1ª

LA MUJER Y LA LUNA

1º

En el transcurso de la historia, la mujer siempre se ha encontrado sometida al sexo masculino. Desde los métodos más primitivos y brutales de los albores de la humanidad, hasta los más sutiles de nuestra actualidad, con una cultura más refinada y se supone que más civilizada. Aunque las numerosas y salvajes agresiones que aún padecen las mujeres parezcan indicar que retrocedemos, pueden no ser más que los últimos coletazos desesperados de una “bestia herida” que se resiste a perecer o, dicho de otro modo; el gusano que se resiste a metamorfearse en mariposa.

Pese a este largo dominio, la mujer ha sabido esperar pacientemente (y supongo que obligatoriamente), en la sombra de la Luna, a que llegara el momento oportuno para salir a la luz; a que el fruto estuviera bien maduro para poder saborearlo con mayor deleite, aunque para ello haya tenido que soportar las atrocidades más crueles.

El sexo masculino se aferra al viejo dominio y no termina de aceptar que los papeles están cambiando y que la mujer, de naturaleza más despierta e intuitiva, hace ya mucho tiempo que está por la labor de un mundo mejor, sin guerras, sin violencia, sin imposiciones, con una libertad absoluta y real y no un sucedáneo como tenemos ahora.

Las leyes evolucionan en defensa de la mujer pero es probable que sea más por la presión social a que se encuentran sometidos los políticos que a un verdadero convencimiento de estos. Pese a esta resistencia, el sexo femenino sigue escalando posiciones y ya lo vemos en los más altos cargos del mundo empresarial, político (tenemos por ejemplo que celebrar el reciente nombramiento de Bachelet como la primera presidenta de Chile o, la de Tarja Halonen, la actual presidenta de Finlandia que repite victoria en sus segundas elecciones. También en este país nórdico, es la primera vez que una mujer ocupa este cargo presidencial...), e incluso del ejército, lugares hasta hace bien poco, reservados para el sexo masculino. Por otra parte, las universidades están llenas de éxitos femeninos y fracasos masculinos, sin contar el gran porcentaje mayor del mal llamado “sexo débil”. ¿Qué está ocurriendo? ¿A que se deben estos cambios?

Pero tampoco la mujer debe cometer el error de imitar al hombre, ocupando sus puestos y comportándose como él pues no es esto lo que pide la evolución ni encaja con la revolucionaria “Era de Acuario”. No nos sirve que exista una “dama de hierro” o empresarias implacables donde los sentimientos no cuentan ya que entonces, se repetiría la historia con distintos personajes y, continuaría el dominio machista y objetivo como hasta ahora.

Y por supuesto, tampoco estamos pidiendo que la mujer renuncie a escalar posiciones y a situarse en lo más alto pero, cuando acceda a esos lugares de privilegio, no debe olvidar su condición femenina y continuar mostrando su esencia emocional y subjetiva más que nunca.

El objetivo de la mujer sería, reconocer su polaridad opuesta, la masculina, el Sol; el hombre la femenina, la Luna, pero esto no quiere decir que deban renunciar a su naturaleza si no más bien, a que se introduzca en el polo opuesto de su psiquismo para contactar con esa otra parte que nos empeñamos en ignorar (especialmente los hombres...). Con esa otra parte que, a fuerza de ignorarla se hace una sombra gigantesca.

Y mientras apartemos esa parte (inconsciente) de nuestro ser consciente, esa zona oscura se interpondrá entre nosotros llegando a ser una poderosa entidad psíquica perturbadora y que, nos guste o no, pertenece a la totalidad de nuestro ser y no puede ser destruida.

Desde siempre, Sol y Luna se han relacionado con hombre y mujer respectivamente o, dicho de otro modo, se ha encontrado que el comportamiento de estos se asemeja al de los planetas. El espíritu femenino (y no ya la mujer en sí...), es más subjetivo y está más relacionado con sentimientos, intuiciones y amistades, que con las leyes objetivas y principios del mundo exterior. La mujer o la polaridad femenina, por su naturaleza, se identifica más con la Luna y sus principios maternales, receptivos y plásticos...


El hombre, por su naturaleza, se siente identificado con el astro solar: exacto, constante y preciso; Mental y objetivo; fuerza emisora. Masculino, arrogante y soberbio, donde lo subjetivo y emocional forma parte de un segundo plano. En la actualidad, existe una tímida reacción masculina en términos generales, preocupándose e implicándose mucho más en la educación de los hijos y en las tareas domésticas aunque, también existe un preocupante rebrote de machismo entre la gente joven, unido a un “garrulismo” más preocupante aún. En cualquier caso (y sobre todo estos últimos), aún estamos lejos de entender la naturaleza femenina. Es ya un tópico escuchar entre hombres “no hay quien entienda a las mujeres” porqué no terminan de incorporar a su organismo su propio polo femenino o, dicho de otro modo, la parte más sensible de la personalidad que le permita contemplar la belleza sin limitaciones objetivas; que nos faculte para vibrar con un sentimiento profundo y llorar lo que haga falta sin tabúes machistas represores. El hombre debería tratar de comprender esta conducta esencialmente femenina e incorporarla a su organismo psíquico (o quizá debería decir mejor activarla...) y entender que la inestabilidad emocional femenina no es una conducta caprichosa o de antojo, sino una ley universal que gobierna en la mujer o en la polaridad femenina.

El Sol y la Luna sin ninguna duda, son los dos elementos más importantes en una carta astral como ocurre en relación a nuestro sistema, aunque tampoco podemos ignorar que es el conjunto de nuestros planetas lo que forman la creación. El Sol y la Luna, representan los polos extremos de nuestro psiquismo. El primero tiene la facultad de emitir y el segundo, de absorber. Ninguno de ellos es superior al otro, ambos se necesitan, por eso es absurdo creer que uno de los dos sexos es superior. Como indica Esther Harding en “los misterios de la Mujer”, por si solo, cada polo está incompleto, para estar entero necesita del otro polo. Esto solo puede conseguirse cuando ambas polaridades consiguen representar con toda plenitud sus cualidades.

“Sería una tontería que el agua se quejara de no poder arder y brillar y sentirse inferior por ese motivo. Precisamente por no poder arder puede recibir... Capacidad a la que el fuego tiene que renunciar”, continua diciendo E. Harding.

Es evidente que uno no es mejor ni peor que el otro, simplemente son diferentes y gracias a estas diferencias existe la vida. Sin embargo, siendo natural que ambas polaridades armonicen, en el momento de llevarlo a la práctica, parece como una empresa muy complicada, tal y como vemos en las relaciones entre los dos sexos, con numerosas rupturas de parejas y actos violentos de hombres desesperados que se resisten a encajar que “su otra parte” ya no lo aguanta más.

Esto es una clara advertencia de que algo no funciona en nuestro psiquismo y de que debemos revisar a fondo para descubrir que puede ser lo que falla. Es mucho más fácil culpar a los factores externos de lo que nos ocurre ya que de este modo nos ahorramos el trabajo personal de efectuar correcciones.

En la medida en que trabajemos la relación con nuestra pareja, nos comprenderemos mejor a nosotros mismos. El próximo mes ampliaremos algo más este tema. Mientras tanto, seguro que le gustará más un sentimiento de empatía hacia ella o un paseo bajo la luz de la luna, a que te sientes como un autómata en el sofá delante del televisor.

Gaspar Arsís

que interesante hace ya mucho que no nos cuentas cositas Gaspar

a proposito me debes jaja una carta astral recuerdalo jajaja

por fiiiii

un beso

Siiiiiiiiiiii..yo tambien agradecería que Gaspar nos siguiera deleitando
con estos Temas tannnnn interesantes...

MUY INTERESANTE... COMO TODO LO QUE NOS CUENTAS

UN BESAZOOOOOO