¿HABLAR O ESCUCHAR...?

Recuerdo hace ya algunos años cuando el anterior Papa J. Pablo 2º dijo en una de sus visitas a España que “a los españoles les gustaba más hablar que escuchar”. Esta apreciación me pareció muy acertada en aquél momento pero ¿esta “cualidad” es solo patrimonio de los españoles? Seguro que no.

España es del signo de fuego Sagitario, signo de viajeros, aventureros y conquistadores y como puede ocurrir con algunas interferencias, tratando de imponer por la fuerza bruta su visión del mundo y de la vida, donde, por supuesto, entra también el sentimiento religioso. Que les pregunten a los pobres aztecas y demás su opinión ahora que si pueden hablar (creo...). Sagitario (y supongo que los españoles a los que hacía referencia Su Santidad...) es un signo exteriorizador que tiene mucho que decir aunque en general suelen ser respetuosos.

Pero no es de este signo del que quería hablar, aunque si analizar estas dos posibilidades que tenemos en nuestro caminar por la vida:

¿Hablar o escuchar...?

Hemos comenzado mencionando a Sagitario y, curiosamente, en estos días el Sol transita por su signo opuesto y complemento ideal; Géminis, signo de aire que, en eso de hablar sabe un montón, aunque, lo de escuchar puede ser más complicado, admitiendo como base, de que es algo bastante generalizado entre la sociedad, Géminis, puede ser el máximo exponente para este caso.

El astro que domina sobre este signo es Mercurio, planeta del intelecto y conocido en los medios esotéricos como “El mensajero de los dioses”. Es el encargado, entre otras cosas, de todo lo relacionado con la comunicación, escrita o hablada y Géminis, su vehículo preferido por esa razón y en general, encontramos que estas personas son de lo más sociales y encantadoras y además, parecen saber de todo. Están capacitados para abordar casi cualquier tema y emitir una opinión que parece fruto de un trabajo elaborado cuando en realidad, no siempre, o pocas veces, es así.

Su propiedad dominante es la Primariedad, asociada a la amplitud del campo de conciencia, produciendo “el superficial amplio” que presta a la personalidad una gran movilidad, pues no proyecta más que una ligera atención sobre las cosas sin insistir demasiado en la captación de las mismas. De aquí que deje una débil huella en la impresión.

Géminis es, probablemente, el signo de mayor movilidad. De personalidad nerviosa y más ligera que una pluma, que vive en el aire. Es un ser rápido y de humor cambiante, amante del movimiento y que no puede estarse quieto ni un instante, necesitando espacios abiertos.

Y estando tan ocupados en todo lo que tienen que expresar, no pueden prestar atención a lo que puedan decirle. Quizás sería positivo que analizáramos todos hasta que punto puede ocurrirnos esto a nosotros seamos o no españoles.

¿Mostramos interés por lo que nos dicen los demás...?

¿O estamos demasiado ocupados pensando en lo que le vamos a decir...?

Será por esto de la informática que uno se acostumbra a teclear y expresarse en soledad o quizás el modo en que vivimos en las grandes urbes en las que hay mucha gente pero que en realidad estamos solos inmersos en nuestros asuntos y con poco interés por lo que ocurre “ahí fuera”. O porque la desconfianza es ya casi dominante y mantenemos una actitud cerrada en estado permanente de defensa, como esperando que, en cualquier momento, sufriremos un ataque del enemigo en lugar de mantener una actitud positiva y abierta en espera de que buena nos vendrá hoy.

Con una postura de cierre al exterior, podemos perdernos oportunidades de conocer personas que enriquezcan nuestras vidas y que nos posibiliten para comprender cosas que se nos resistían y que del modo más sencillo nos las ofrecen sin interés alguno. Es un intercambio sano que nos ayuda a evolucionar.
Si nos detenemos un poco dentro de lo que el ritmo vertiginoso actual nos permite, veremos que todo es cíclico y que en la vida hay momentos que toca hablar y otros que son para escuchar y es importante que lo asumamos de un modo natural. Otra cosa es sobre lo que vamos a hablar o escuchar.

Si no tenemos nada importante que decir o si carece de interés es mejor que estemos callados y esperemos que en el silencio, nos venga una experiencia que nos llene ese espacio y a partir de ese momento ya tengamos algo interesante que decir. Aunque pueda no parecerlo, el silencio es sumamente enriquecedor cuando es contemplativo y receptivo y en ese estado de reposo aparente, acuden a nosotros pensamientos, anhelos, deseos, ilusiones, desengaños... que después pasamos por el filtro del análisis lo cual debe permitirnos positivizar esa experiencia.

Pero por lo general, solo queremos hablar y poco escuchar, ya sea por que pensemos que lo nuestro es más interesante y mejor que lo de los demás (ego) o, simplemente, porque nos importa un pimiento lo que puedan decirnos, imbuidos en una dinámica impersonal y “enriquecida” con elementos banales y noticias del momento y en muchas ocasiones, sin estar lo suficientemente documentados para opinar sobre el tema en cuestión.

Tampoco servirá que adoptemos una actitud hipócrita y esperemos en silencio a que se descargue para emitir una opinión sobre ello meramente circunstancial. Es decir, no hemos escuchado nada de lo que decía esa persona. Claro está que escuchar es también un arte que no está al alcance de todos.

Es frecuente toparnos con respuestas casi inmediatas a nuestro problema. “a mi lo que me pasa es...” o, “lo mío si que es malo de verdad...” o, “lo que tienes que hacer es...” o simplemente asienten mientras hablamos deseando que acabemos cuanto antes. No están escuchando, solo piensan en ellos, en su problema. Para saber escuchar es preciso mantener una posición receptiva y sincera; una actitud generosa y acrítica que nos permita aceptar las debilidades del orador y que evite el automatismo con que tan rápidamente clasificamos las cosas.

Hablar o escuchar. Un arte natural que tiene un momento para cada uno de ellos. Solo hemos de detenernos para discernir a cual corresponde actuar en aquél instante.

Pero si tan solo pretendemos un monólogo podemos ponernos frente al espejo y con una grabadora, comenzar a hablar todo lo que queramos y después podremos escucharnos sin interrupciones molestas.

Gaspar Arsís

Perfecta exposicion, gracias,

gaspar pienso que muchas veces deberiamos escuchar, y aprender tambien que escuchando, podemos hacer muchas cosas, entre ellas ayudar
muy bueno

gracias

Gaspar has retratado muy bien la sociedad actual y al español medio, felicidades por tan buena exposición un abrazo