Anablue MODERADORA GLOBAL
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| Tema: *Nutricion en las diferentes patologías_Nutrición en prevención y control de enfermedades cardiovasculares* Sáb Mayo 17, 2008 9:48 pm | |
| Introducción En la actualidad las enfermedades cardiovasculares representan la primera causa de muerte de nuestro país y el primer problema sanitario en nuestra sociedad. A pesar de ello, la mortalidad cardiovascular en España es relativamente baja en el contexto Mundial.
Los accidentes cardiovasculares se deben a la falta de flujo sanguíneo en los vasos que riegan órganos vitales como el corazón y el cerebro. La causa principal es la aterosclerosis, que supone un depósito de materiales (lípidos, células del músculo liso, linfocitos, etc.) en la íntima de las arterias, provocando una disminución de la luz de las mismas, dificultando el paso de sangre por ellas.
En este sentido se cree que la principal responsable del depósito de lípidos en las arterias es la formación de células espumosas, desarrolladas al captar los macrófagos, las lipoproteínas de baja densidad (LDL-colesterol) oxidadas. Por el contrario, la capacidad de retirar lípidos de las arterias por parte de las lipoproteínas de alta densidad (HDL-colesterol), les confiere a éstas, un papel protector. Por otro lado, también los factores trombogénicos (formación de trombos) participan en la aparición y progreso de las lesiones ateromatosas. Las alteraciones lipídicas (altas concentraciones de LDL-c y reducidas de HDL-c), las concentraciones inadecuadas de algunas vitaminas (vitamina C, E, ß-carotenos, etc.), minerales y sustancias antioxidantes parecen desempeñar un papel relevante en todo este proceso.
Múltiples investigaciones han demostrado que esta enfermedad es de origen multifactorial, y por lo tanto, su prevención, debe tener en cuenta todos los factores de riesgo implicados y que estos, además, son sinérgicos, por lo que cuando concurren varios de ellos, el riesgo se incrementa de forma importante. Existen factores de riesgo modificables y otros que no lo son (genéticos, familiares, edad, sexo, etc.), pero que nos pueden ayudar a la valoración y prevención de la enfermedad cardiovascular. Entre los factores de riesgo modificables se encuentran los ambientales como el hábito de fumar (altera los niveles lipídicos y participa en la oxidación de las lipoproteínas), la obesidad y el sedentarismo, además, de los factores alimentarios y las patologías asociadas (diabetes, hipertensión, etc.). También se deben valorar algunos factores psicosociales como el estrés, la depresión, e incluso el nivel de educación.
Los hábitos dietéticos constituyen un factor esencial en el inicio y progresión de la aterosclerosis y el desarrollo de la enfermedad cardiovascular (ECV). Por ello, resulta prioritario trasmitir a la población las pautas dietéticas recomendadas para su prevención.
Factores alimentarios Durante varias décadas el debate sobre la dieta y la enfermedad cardiovascular ha estado dominado por la hipótesis clásica del efecto adverso de la grasa saturada y el colesterol dietético y el efecto beneficioso de la ingesta de grasa poliinsaturada. Ahora se sabe que la relación dieta-enfermedad cardiovascular es mucho más compleja de lo que previamente se había reconocido. Actualmente, los ácidos grasos monoinsaturados (AGM), algunas vitaminas (vitamina E, ácido fólico, etc.) y otros antioxidantes, presentes en algunos alimentos como las frutas y hortalizas, y determinadas bebidas alcohólicas, como el vino (cuando este se toma de forma moderada) están emergiendo como factores protectores potencialmente útiles.
Los factores alimentarios influyen tanto en las concentraciones de lipoproteínas sanguíneas como en la oxidación lipídica y trombogénesis. Así mismo, pueden contribuir al sobrepeso, obesidad, intolerancia a la glucosa e hipertensión, con el consiguiente aumento de riesgo cardiovascular. Por otro lado, debido a la evidente existencia de asociaciones entre estos aspectos de la dieta con el cáncer y otras enfermedades distintas a la cardiovascular, las recomendaciones dietéticas deberían estar basadas en el impacto global sobre la salud.
GRASA Los ácidos grasos saturados (AGS) son los principales responsables del aumento de los niveles de colesterol sanguíneo, afectando a la progresión de la aterosclerosis. Las fuentes alimentarias de los AGS pueden ser de origen animal (carne, leche, mantequilla, etc.) o de origen vegetal (aceite de palma, coco, etc.), que habitualmente forman parte de alimentos industriales como la bollería, precocinados, snacks, etc.
Los ácidos grasos poliinsaturados (AGP) (ω-6 y ω-3) reducen el colesterol sanguíneo, tanto los niveles de LDL-Colesterol como HDL-colesterol, y aumentan la susceptibilidad a la oxidación lipídica de las lipoproteínas. Efectos controvertidos, al menos, con respecto al riesgo cardiovascular, que hace que la recomendación de consumo sea de moderación, sobre todo de los AGP ω-6, que son los más consumidos. Por otro lado, existen evidencias de que los AGP ω-3 (presentes principalmente en el pescado), reducen el riesgo cardiovascular debido no solo a la modificación del perfil lipídico, sino por que reducen la frecuencia de arritmias, reducen los triglicéridos plasmáticos y tienen efecto antitrombótico.
Los ácidos grasos monoinsaturados (AGM) incrementan o no modifican los niveles de HDL-c y disminuyen los de LDL-c cuando sustituyen a parte de la grasa saturada; además, los AGM disminuyen la oxidación de la LDL-c, dado que las lipoproteínas formadas con una dieta alta en grasa monoinsaturada parecen ser relativamente resistentes a la oxidación. La menor prevalencia de enfermedad coronaria en los países mediterráneos (consumidores de aceite de oliva), incluso con ingestas de grasa relativamente elevadas, ha llevado a investigar sobre los posibles efectos cardioprotectores de las grasas monoinsaturadas, cuya ingesta predomina en estos países.
Los ácidos grasos trans producto del proceso de hidrogenación de las grasa vegetales líquidas para solidificarlas (margarinas, aceites de fritura, snacks, bollería, etc.) o presentes en carnes, leche o mantequillas, pueden incrementar la fracción LDL-c, disminuir la HDL-c, y/o alterar índices bioquímicos en direcciones que incrementan el riesgo cardiovascular.
El colesterol dietético puede incrementar los niveles séricos de colesterol, y su influencia debe tenerse en cuenta cuando se evalúan los efectos de los ácidos grasos. Sin embargo, debido a la variabilidad existente en la absorción del colesterol y al hecho de que se sintetice a partir de ácidos grasos a nivel endógeno, se debe ser prudente a la hora de restringir alimentos que lo contienen, ya que puede ocasionar déficits de otros nutrientes y afectar negativamente a la salud. Un claro ejemplo es el huevo, que aunque es rico en colesterol, también lo es en muchas vitaminas, por lo que se recomienda su consumo de forma moderada (3-4 huevos a la semana).
Hidratos de carbono y Fibra Aunque no existe evidencia de que la ingesta de hidratos de carbono de la dieta modifique los niveles de las lipoproteínas sanguíneas, se ha observado que la sustitución de las grasas saturadas por hidratos de carbono en la dieta, reduce los valores de colesterol total en sangre. Por otro lado, un incremento en la ingesta de hidratos de carbono desplazará parte de la grasa de la dieta, por lo que puede ejercer un efecto beneficioso en este sentido.
La fibra dietética, principalmente la soluble, disminuye el colesterol total en sangre, ya que elimina ácidos biliares por las heces e inhibe la síntesis endógena de colesterol. Además de estos efectos directos, la fibra contenida en los alimentos de la dieta también puede sustituir las grasas de la dieta, especialmente las grasas saturadas, observándose un efecto protector del consumo de fibra en relación con la enfermedad cardiovascular. Así mismo se ha visto una relación inversa entre la ingesta de fibra y la tensión arterial.
El consumo de fibra aconsejado es de 25-30 gramos al día, de los que 6-10 gramos deberían proceder de la fibra soluble, por lo que se aconseja una ingesta regular de frutas, hortalizas y legumbres, así como de cereales. En cuanto a los suplementos de fibra, existe controversia en cuanto a su idoneidad, por lo que siempre que sea posible se aconseja que la fibra proceda de los alimentos de la dieta.
Bebidas alcoholicas La ingesta moderada de alcohol (2 bebidas ó 30 gramos de etanol al día) se relaciona con un aumento de la fracción HDL y sus efectos antitrombóticos, además de la posible prevención de la oxidación lipídica debido a las sustancias antioxidantes presentes en determinadas bebidas como el vino tinto (resveratrol), sin embargo, cuando la ingesta es excesiva se produce un aumento de riesgo de padecer enfermedad cardiovascular (ECV), debido principalmente al aumento de la tensión arterial. En este sentido, se ha visto que los “bebedores de fin de semana” de altas dosis de alcohol tienen un alto riesgo de padecer un accidente cardíaco o cerebrovascular debido a fluctuaciones de la tensión arterial junto con cambios adversos en el proceso de aterosclerosis.
Sal y potasio La reducción de la sal de la dieta y el aumento de la ingesta de productos de origen vegetal (ricos en potasio) disminuyen la presión arterial.
Ingesta calórica total
La ingesta diaria debe cubrir las necesidades de nutrientes y las calorías aportadas, estar en equilibrio con el gasto energético. Esto es esencial para mantener de la salud y prevenir o retrasar el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares. Una ingesta calórica excesiva suele deberse a un consumo abundante de alimentos de alta densidad energética, ricos en grasa. Esto unido a una baja actividad física, predispone al sobrepeso u obesidad. Todo ello repercute negativamente en el perfil lipoproteíco, induce la resistencia a la insulina y aumenta la presión arterial
La dieta mediterranea Los hábitos dietéticos de los españoles han evolucionado desde la dieta mediterránea tradicional, a base de frutas, hortalizas, legumbres, cereales, pescado, aceite de oliva, algo de leche y vino de forma moderada, a patrones dietéticos más característicos de las sociedades occidentales con una mayor contribución de grasa, menos alimentos de origen vegetal y mayor consumo de alimentos de preparación comercial.
La dieta mediterránea se considera protectora frente a la ECV debido a los componentes promotores de la salud que contiene (antioxidantes, fibra, hidratos de carbono complejos, ácidos grasos monoinsaturados, minerales y vitaminas antioxidantes).
Recomendaciones para la prevención y control de las enfermedades cardiovasculares * Limitar el consumo de grasa (menos del 30-35% de las calorías totales de la dieta y menos del 7% de grasa saturada), independientemente de su origen (cambiar la idea de que la grasa vegetal es buena y la grasa animal es mala). * Moderar el consumo de salsas, helados, bolleria, pasteleria, turrones, golosinas y dulces, snacks, refrescos, etc, suelen aportar muchas calorias, baja densidad de nutrientes, y algunos bastante grasa de baja calidad y exceso de azucares y/o sal. Además, moderar el consumo de los alimentos precocinados (patatas fritas, nuggets, san jacobos, delicias de pescado, varitas, etc.), que por lo general, presentan una baja calidad nutricional. * Fomentar el consumo de alimentos de origen vegetal ricos en vitaminas, minerales, fibra y fitonutrientes (cereales, frutas, hortalizas, legumbres), pescado y aceite de oliva. * Moderar el consumo de bebidas alcohólicas y sal * Evitar fumar * En definitiva, seguir una dieta equilibrada y variada con un aporte de energía y nutrientes adecuado, que cubra el gasto energético, asegure las necesidades de vitaminas y minerales, y un equilibrio adecuado de macronutrientes. * Y no olvidar realizar ejercicio físico con regularidad, para equilibrar el balance energético, mantener el peso, normalizar los niveles de lípidos y fomentar la salud. | |
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