«Puede haber un sentimiento ambiguo hacia el enfermo»
El experto advierte de los peligros del agotamiento físico y mental
01.06.09 - I. URRUTIA| BILBAO
El geriatra Manuel Castro./ B. A.
«El porcentaje de cuidadores varones no varía: apenas ronda el 10% ó 12%»Manuel Castro es doctor en Geriatría y responsable de la atención y calidad en todos los centros del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ). El pasado año, en octubre, inauguró el programa de formación de IMQ Ayuda con el curso 'El síndrome del cuidador' y reconoce que no le sorprende, en absoluto, que hayan asistido nada menos que 80 personas.
-Como siempre, más vale prevenir.
-Por supuesto. Debemos evitar que la gente apure hasta el máximo sus propias fuerzas; cuando menos se lo esperan, ya están infectados del síndrome del cuidador.
-Dé algunos consejos.
-Para empezar, hay que planificar adecuadamente el cuidado y buscar recursos de ayuda complementaria que permitan darse un respiro. ¡Hay que disponer de tiempo libre para uno! Y, claro, es importante cualificarse un poco, es decir, adquirir determinadas competencias semiprofesionales.
-¿De qué tipo?
-Pues depende de cada caso. Por ejemplo, conviene aprender a comunicarse con una persona que padece alzhéimer, porque no basta con dejarse llevar por la intuición o lo que uno piensa que es correcto. También puede ser necesario saber cómo alimentar a pacientes con problemas disfágicos (para tragar), dominar técnicas de movilización del enfermo... Y, por supuesto, no hay que olvidarse de otras habilidades: las estrategias psicológicas que permiten afrontar el estrés y salir adelante.
-Si no se controla la presión del día a día, ¿qué patologías pueden llegar a sufrirse?
-Las físicas son las más evidentes: cansancio, fatiga crónica, dolores musculares, lumbalgias, insomnio... Las psicológicas son más sutiles: se asocian con el agotamiento y se manifiestan, sobre todo, con una irritabilidad inusual. Se discute mucho más con la familia, ya sea con los hijos, los hermanos, el marido...
-Damos por sentado que se trata de una mujer.
-Sí, casi siempre lo es.
-¿Cuál es el porcentaje de cuidadores varones?
-Rondará el 10% ó 12%.
-¿No se aprecia una progresión?
-No, es una cifra estancada. Es más, se puede decir que ese 10% sólo se da cuando no hay ninguna mujer en el núcleo familiar. Ellas son siempre la primera opción. Si hay que hacerse cargo de una persona dependiente, no dudan en sacrificarse. Es la regla general. Resulta muy, muy difícil que un hombre abandone su trabajo para asumir esa carga. Tengamos en cuenta que, en nuestra sociedad, la mayoría de las veces el sueldo de las mujeres es inferior al de los hombres... Ese factor condiciona mucho.
-¿Qué edad suelen tener ellas cuando toman esa decisión?
-Entre 45 y 55 años. Lo habitual es que sean hijas, cónyuges o hermanas.
'Limón dulce'
-¿Puede llegar a deteriorarse la relación entre el enfermo y la persona que lo atiende?
-Claro que sí. Hay un sentimiento ambivalente, ambiguo, que muchos psicólogos denominan el 'limón dulce'. Limón por lo ácido del cuidado, y dulce porque también resulta gratificante. Es una combinación de amor-odio. Le digo más: hay un porcentaje muy pequeño, entre el 2% y 3%, de maltrato psicológico e incluso físico.
-¿En qué medida puede afectar al cuidador esa ambivalencia cuando no se controla?
-Normalmente termina en auténticos dramas.
-¿Por ejemplo?
-Ataques de pánico. O depresiones que requieren medicación y desencadenan síndromes secundarios, bien sea adicción a las pastillas o alcoholismo. Son situaciones que van gestándose poco a poco... Cuando te das cuenta o pides ayuda profesional, ya te encuentras embarrado en un problema físico y psíquico tremendo.
-Muchas veces no se delegan responsabilidades para no sentirse culpable.
-Gravísimo error. Hay un abanico de recursos y centros que pueden facilitar muchísimo la labor. No caigamos en el error de pensar 'como yo nadie podrá cuidarlo'. Tenemos que saber delegar, por el bien de uno y de la propia persona que atendemos.
fuente el correo digital